Me telefonea mi amigo Gervasio Guzmán.
-¡Hay que ver qué cambio, el tuyo! -me suelta de sopetón.
De entrada, supongo que se refiere a mi avejentamiento galopante. Pero no. Habla de política.
-Hace unos años, no parabas de dar caña al PSOE. Y ahora te pasas el día zurrando la badana a Aznar.
-Hace unos años criticaba al Gobierno. Ahora hago exactamente lo mismo, Gervasio -le respondo.
-¡Pero el Gobierno ha cambiado! -salta.
-Así es: ha cambiado el Gobierno; no yo -le replico.
Mucha gente no entiende que algunos nos impongamos el deber de vigilar a quien ocupa el Poder. Que lo marquemos de cerca, lo sometamos a estrecha vigilancia y no le pasemos ni una. Sea quien sea. Cuando Felipe González ejercía de inquilino de La Moncloa, le dábamos a él. Ahora es el turno de Aznar.
-No son iguales -me objeta Gervasio.
Ya veo por dónde me viene. En cuanto me descuide, me va a decir que el PP no ha organizado ningún GAL, ni ninguna Filesa. Y así es, que se sepa. Bueno, y qué: yo tampoco he acusado a Aznar de haber montado nada de ese estilo. Pero lo peor no excusa de lo malo. Es como si alguien se enfadara con los jueces que condenan a los estafadores alegando que los asesinos son mucho peores.
Los opinantes de la vieja escuela tenemos ese prurito: nos empeñamos en ejercer de críticos distantes del Poder. De críticos y de distantes. De frecuentar políticos, preferimos a los de la oposición: son los que te ayudan más y mejor a cazar los gazapos y a descubrir las trampas de quienes mandan. No es que los consideres mejores. Sencillamente, están de momento en un lugar menos dañino. Te son más útiles. Si te codeas con los poderosos, casi toda la información que obtienes es la que contribuye a justificar lo que hacen. Pero para justificarse ya están ellos.
Así vemos las cosas -ya digo- los de la vieja escuela.
Lo nuestro apenas se lleva ya. Ahora lo normal es estar con los unos o con los otros. O con un tercero, o con algún cuarto.
La verdad es que no se lo reprocho a nadie. Comprendo que se actúe así. Es francamente una pesadez pasarse el día repartiendo bofetadas por los cuatro costados. Y no digo nada recibiéndolas.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (8 de diciembre de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de junio de 2017.
Comentar