La única cosa que para estas alturas me queda clara del «caso Naseiro» es que el juez Manglano se portó como un perfecto cantamañanas. Lo ví claro desde el comienzo mismo, cuando supe de los métodos que utilizaba en la instrucción del sumario. «Es miembro de Justicia Democrática», me repuso un amigo. «Pues vale -le contesté; será entonces un perfecto cantamañanas que milita en Justicia Democrática». «Tiene una larga trayectoria de izquierdas», insistió mi amigo. ¡Vaya por Dios!. No sería el primer cantamañanas con trayectoria de izquierdas que aparece en la escena española.
Yo no sé si Naseiro, Sanchis y Palop cometieron los delitos que se les reprocha, y en qué medida los pudieron cometer. En todo caso, me hubiera gustado que el asunto se sometiera a juicio y se aclarara. Gracias al juez Luis Manglano, eso no va a ser ya posible.
¿De izquierda? Luis Manglano ha traicionado a la izquierda por partida doble. En el terreno moral, porque no hay izquierda auténtica sin firmeza ética, lo que incluye el respeto total por los derechos del individuo, sea del PP, del GAL o de ETA. Y ha traicionado a la izquierda también en el terreno político porque, por su culpa, un posible delito cometido por jefes de la derecha quedará sin el castigo que, de probarse, merecía.
¿Ha sido un asunto de torpeza personal sin más? Tengo mis dudas. Quizá esté en juego también una cierta concepción de lo que es ser de izquierda. Ser de izquierda no consiste tan sólo en estar contra la derecha. Exige asimismo una deontología de la acción política. ¿Pudo creer Luis Manglano que lo importante era desvelar un caso de corrupción derechista, aunque fuera a costa de despreciar los derechos de los implicados? Ahí está Bandrés -otro con «una larga trayectoria de izquierdas»-, a punto de ingresar ahora en el PSOE, tratando de justificar las irregularidades de la Policía y de Manglano apelando a la eficacia de la acusación.
He aquí de nuevo la lacra que ha ensuciado a la izquierda en el Poder -en cualquier Poder- a lo largo de su Historia: el buen fin que justifica los medios perversos.
La experiencia lo demuestra: al final, el lodo de los medios cubre todo el espacio moral disponible.
Javier Ortiz. El Mundo (20 de junio de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 22 de junio de 2011.
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