Alguien lo contó en mi presencia cuando aún deambulaba yo por la infancia: Tontín de Agirregomezkorta, pijín famoso de mi vecindario donostiarra, se había presentado ante su amatxo diciendo, con cara de asustado: «¡Mamá, yo no he roto el jarrón de la sala!».
Nadie sabía que en la sala de su casa se hubiera roto ningún jarrón.
Alguien relató la tontería de Tontín y todos se rieron mucho.
«¡Ha metido la pata! ¡Se ha acusado él solo, sin que nadie le diga nada!», dije, para dejar patentes mis dotes deductivas.
Los adultos que me rodeaban dejaron resbalar sobre mí una mirada displicente.
«Vale, Javier, qué perspicaz», me respondió alguno, en plan sardónico.
Tardé años en enterarme de que mi descubrimiento era una simpleza más vieja que mear contra la pared, y que incluso estaba sancionado por un refrán latino: «Excusatio non petita, acusatio manifesta».
Éstos de ahora son mayorcitos, y bastante versados en latinajos, pero caen en lo mismo. «El juicio que ha iniciado la Audiencia Nacional contra "el entorno de ETA" [las comillas son mías] respeta escrupulosamente los principios del Estado de Derecho».
«Por supuesto, nadie duda de la imparcialidad del Tribunal», añaden.
O sea, que no han roto el jarrón de la sala.
¿Que nadie cuestiona la imparcialidad del Tribunal? Falso. Yo la cuestiono. Muchos lo hacemos. A decir verdad, no es que la pongamos en duda. No le concedemos tamaño beneficio: la excluimos, directamente. ¿A cuento de qué los integrantes de este Tribunal iban a ser diferentes a los miembros de las demás salas de la Audiencia Nacional, vista la composición de la tribu que ha sobrevivido a las sucesivas purgas políticas experimentadas por esa jaula de grillos?
Están aplicando «el Derecho Penal del enemigo», que con tanto y tan meritorio ahínco denunció ayer en Radio Euskadi el profesor Lacasta Zabalza. Porque en la España de hoy -como en tantas otras «democracias de baja calidad», según la expresión de Arzalluz-, hay un Derecho más o menos presentable, hecho para los propios, y un Derecho (un no-Derecho) fabricado a la medida del enemigo, que viene a ser la arbitrariedad convertida en Ley.
-¿Pretendes decirme que si yo compré hace seis años una participación de Lotería de Navidad a un chaval que las vendía por cuenta de una Herriko Taberna, es posible que, dado que el juez considera que las Herriko Tabernak son parte del entramado de financiación de HB, que a su vez es tenida por parte del tinglado de financiación de ETA, yo mismo acabe siendo acusado de colaboración con banda armada? -me pregunta asustado mi ex vecinín Tontín, que ya no cumple los 50.
-¡Pues claro, hombre de Dios! -le respondo-. ¿Qué te creías? No sólo tú. También pueden acusar a todos los integrantes de cualquier asociación de la que tú puedas ser directivo. ¡Ándate con ojo y que no te pille el Derecho Penal del enemigo! ¡Lo mismo te condenan a muerte y tienes que lograr que te trasladen a Filipinas para que no te fusilen!
Ya sé que está feo hacer chanza con estas cosas tan terribles. Pero una cosa es despreciar a la tropa esa que fagocita las leyes y otra tomarla en serio.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (22 de noviembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 2 de noviembre de 2017.
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