Veo en la página web de Gara un reclamo de los sanfermines con un cartel muy cuidado sobre la presencia de toros de Victorino Martín en la feria pamplonesa.
Ya sé que hay un sector de la izquierda abertzale que es muy amante de la tauromaquia. El difunto Jon Idigoras, torero él mismo en sus años mozos, sostenía que el punto de arranque peninsular de la lidia de toros bravos se sitúa en Euskadi, por lo cual, en caso de hablarse de «fiesta nacional», debería entenderse que se habla de la nación vasca.
Aunque fuera así -que me da que no-, me resultaría indiferente. Por el hecho de que una fiesta ritual salvaje no sea estrictamente bárbara (del latín barbarus, extranjero), nada nos obliga a aceptarla. En lo que a mí respecta, me sería indiferente que las peleas de gallos tuvieran su remoto origen no ya en Euskadi, no ya en Donosti, sino incluso en el mismísimo barrio de Gros, que me vio nacer: me seguirían pareciendo igual de horribles y rechazables. Nunca he creído que el argumento «Es que se trata de una cosa muy nuestra» exculpe nada, y menos que obligue a defenderla.
En todo caso, no es mi deseo meterme hoy con la gente que, por las razones que sea, se siente identificada y se emociona con la (mal) llamada fiesta. A lo que voy esta vez es al comportamiento de aquellos que, tocándoles las narices los presuntos encantos de la tauromaquia, se lo callan con mucho cuidado o fingen lo contrario para «sintonizar con las masas». Porque saben que decir en voz alta que los sanfermines son un festejo extremadamente reprobable -por el innecesario riesgo al que se someten algunos humanos, por el maltrato que se impone a algunos bichos y por la conversión de todo ese conjunto en una forma de problemática estética- puede aportarles la animadversión de mucha gente, entre comerciantes y comerciados.
Ésa es la esencia misma de la demagogia: no ya sólo aceptar las inclinaciones más dudosas del gentío, sino incluso azuzarlas, para caer bien. ¿Que a la mayoría le va la marcha? Pues viva la marcha. ¿Que se divierte viendo cómo se engaña y mata a un animal? Pues que se coja a los bichos, se les haga correr sin cuento, se les engañe con trapos, se les alancee de diversos modos y, finalmente, se les estoquee hasta que fenezcan. Y viva la fiesta.
Nota del 7 de julio de 2005: En este apunte hice una referencia crítica a «los sanfermines», en general. Me expresé mal. Trataba de aludir a los encierros y las corridas de toros, no al conjunto de las fiestas.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (5 de julio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 4 de julio de 2017.
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