Me escribe un periodista amigo bien informado para matizar una observación que hacía yo el otro día a propósito de las elecciones francesas. Dice mi amigo que la dispersión del voto que se produjo en la primera vuelta no revela que haya fracasado el intento de los medios de comunicación de concentrar la atención de los votantes en el duelo Chirac-Jospin, como yo escribí. Según mi amigo, ese intento fue secundado sólo de manera limitada por los medios, dado que la legislación francesa sobre información electoral obliga a dar un trato igualitario a todos los candidatos.
Cuando yo me volví de Francia, hace ya más de un cuarto de siglo, la televisión era de titularidad pública. La radio teóricamente también, pero había poderosas emisoras privadas que emitían en onda larga desde países vecinos y que contaban con amplísima audiencia. El carácter público de la TV, sin embargo, no garantizaba en absoluto la imparcialidad de la información y la propaganda electorales. Los candidatos de los grandes partidos copaban las mejores franjas horarias. De entonces a aquí, se ha privatizado buena parte de la ORTF y emiten numerosos canales de TV privada, tanto por satélite como a ras de suelo. En esas condiciones, cabe suponer que la neutralidad electoral de los medios con respecto a los diversos candidatos no habrá ido precisamente a más.
Pero es fácil, con todo, que el papel de los grandes medios de comunicación haya sido en Francia menos obsesivamente bipartidista que en España. En tal caso, lo único que se demostraría es que el pluralismo real de la sociedad se ha visto algo menos contrariado allí por los medios de lo que lo suele ser en España.
El problema sobre el que intento llamar la atención es el de la mixtificación de la democracia al que estamos sometidos en el conjunto de Occidente, en el reino de las supuestas democracias: factores correctores del voto, reglas que priman el voto mayoritario y penalizan -o eliminan, sin más- el voto minoritario, desigualdad de trato a las diversas opciones, ventaja de las candidaturas ricas sobre las pobres... No es que las sociedades no sean plurales: es que todo está pensado para que esa pluralidad no pueda manifestarse. Y cuando, pese a todo, acaba aflorando, entonces no saben qué hacer con ella y proclaman que esa sociedad «está enferma».
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (2 de mayo de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 23 de abril de 2017.
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