Me interesa en particular un aspecto de la agria polémica que ha desatado la devolución a la Generalitat de Catalunya de los archivos expoliados por los franquistas y conservados en Salamanca. Me refiero al argumento que esgrimen los jefes del PP cuando dicen que ese género de cuestiones forman ya parte de la Historia y que resulta enfermizo seguir dándoles vueltas.
Es, en cierto modo, una reedición de la pelea sobre las estatuas de Franco.
Hay una parte de verdad en las alegaciones de los peperos. Es cierto que hay un momento a partir del cual los viejos agravios caducan. Por poner un ejemplo muy obvio: se entiende que las actuales autoridades egipcias renuncien a reclamar a Francia todo lo que Napoleón Bonaparte robó por aquellos pagos en el curso de la fascinante expedición que le llevó y mantuvo en tierras del Oriente Próximo durante cerca de tres años. Fue un expolio, ciertamente, pero para estas alturas es ya Historia, sin más. Otro ejemplo: ¿podría el Gobierno de Grecia reclamar al museo del Louvre la Victoria de Samotracia? Nadie se lo tomaría en serio. Le responderían que no pocas bellezas artísticas de la Grecia antigua eran ellas mismas, a su vez, resultado de expolios diversos.
Si todos los países hubieran de restituir a sus primeros dueños todo aquello que obtuvieron por la fuerza en un momento u otro, el trajín mundial sería apocalíptico.
En política es igual. ¿Cabe reprochar a Juan Carlos I el origen netamente dictatorial de su reino? Cabe. Por caber, cabría muy bien poner en solfa incluso la propia presencia en España de la saga de los Bourbon, tan interesadamente rebautizados como Borbón al cabo de los años, cuando comprobaron que ya no los querían en su propio país.
A decir verdad, la romanización de la península ibérica tampoco fue precisamente un acto de justicia.
Y así todo.
La pregunta es: ¿en qué momento los agravios dejan de tener vigencia y pasan a convertirse en meros hechos históricos?
La duda parece académica, y quizá hasta lo sea, pero la respuesta se sitúa en un terreno arrastradamente político: los agravios pasan a ser Historia cuando la gente que se siente agraviada deja de constituir un grupo social amplio y con influjo, capaz de cuestionar el orden del día establecido.
Por eso las estatuas de Franco no son Historia. Por eso la Generalitat de Catalunya se ha peleado por los archivos de Salamanca.
Son agravios que siguen vigentes. Y tanto da que a estos o los otros les parezca mejor o peor.
A mí, dicho sea de paso, me parece muy bien.
Adendum.- Para que no se diga que no hablo del suceso del día, hago mi porra particular. Así podréis reíros a gusto de mí mañana. Mi pronóstico: PNV-EA, 33 escaños; PSE, 19; PP, 14; EB, 4; EHAK, 4; Aralar, 1.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (17 de abril de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de noviembre de 2017.
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