He despertado esta mañana, me he asomado al valle y he comprobado que ha amanecido sobre Aigües un día espléndido, soleado y de temperatura muy agradable. Hecho lo cual, he recordado un añadido que introduje hace años a las leyes conjuntas de los doctores Peter y Murphy. Dice mi sub-ley: «Si viajas de Madrid al Mediterráneo, es fácil que te encuentres un tiempo de mierda. A cambio, cuando te toque regresar a Madrid, el tiempo será inevitablemente maravilloso». Hoy tengo que volver a Madrid.
Mi ley mediterránea es semejante a la que indica que, en caso de atasco en la autopista, a ti siempre te toca el carril más lento. Probablemente la confirmaré dentro de unas horas.
La cosa es que me he despertado, he inspeccionado el terreno -y el cielo, como ya he dicho- y he perfeccionado mi pesimismo inicial al comprobar con qué sañuda puntualidad se cumplía otra ley del pesimismo universal, ésta formulada por mi muy evocado Juan de Mairena (y ratificada a diario por el PP): «No hay nada que sea absolutamente inimpeorable». Porque la cosa es que he encendido el ordenador y he recibido el aviso de la irrupción de tres virus, tres, de la ganadería de los gusanos.
Y eso que no soy castrista.
De inmediato me he puesto manos al teclado -qué remedio- para quitarme de encima el problema vírico, lo que me ha recordado -por lo de vírico, quiero decir- la lectura refocilante de un largo reportaje sobre Viri Fernández Balboa, señora de don Mariano Rajoy, que publicó ayer El Mundo.
Acabo la tarea vírica, por así llamarla, y pongo la radio, lo que me permite enterarme de que el PP ha presentado una querella criminal contra la radiotelevisión andaluza porque -dice- manipula la información. En serio. Lo que me lleva a recordar que Javier Arenas ha propuesto hacer un homenaje nacional a Alfredo Urdaci.
Resumen de lo que va del día: ¿para qué carajo me habré levantado?
Javier Ortiz. Apuntes del natural (23 de febrero de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de mayo de 2017.
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