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2002/09/04 06:00:00 GMT+2

Lo que pasa en la calle

Imagino que no habrá visitante habitual de este rincón de la Red que no conozca el diálogo del Juan de Mairena, de Antonio Machado. Lo repetiré, de todas maneras, que nunca se sabe.

«MAIRENA.- Alumno Martínez, salga a la pizarra. Escriba: "Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa".

»(Martínez lo escribe).

»MAIRENA.- De acuerdo. Ponga ahora eso mismo en lenguaje poético.

»MARTÍNEZ.- "Lo que pasa en la calle".

»MAIRENA.- ¡Muy bien!».

O algo así, que cito de memoria, y me vale a estos efectos.

De lo que trato de hablar es del valor de la síntesis. Y de su doble valor cuando, además, no se deja el rigor por el camino.

El otro día estaba enmimismado dando vueltas a un razonamiento. Tomaba detalladas notas. Mi amigo Gervasio Guzmán, que había venido a pasar el fin de semana con nosotros y andaba revoloteando por los andurriales, no pudo resistirse y acabó preguntándome sobre mis cavilaciones. Se las expuse.

-Y eso ¿para qué piensas usarlo? ¿Para un ensayo? -presupuso, más que preguntó.

-No -le respondí-. Para una columna.

Me miró con incredulidad.

-¿Pretendes meter todo eso en una columna?

-Andá, pues claro. Ahí está la gracia -le dije.

Bertolt Brecht colgó en su estudio un cartel-advertencia: «La verdad es concreta», rezaba. Leí sobre ello cuando tenía 19 o 20 años y recuerdo que pensé: «Es falso. Algunas verdades son complejas y no hay modo de reflejarlas sin recurrir a enunciados abstractos». Pero entendí -y sigo entendiendo- por qué el gran dramaturgo se impuso esa máxima. Era consciente de que casi siempre es posible sintetizar, concretar, dar una vuelta de tuerca más para simplificar cada frase.

¿Una novela reducida al tamaño de un cuento? Fantástico. ¿Un ensayo expuesto en el espacio de un artículo de fondo? Formidable. ¿Un artículo de fondo encajado en los límites de una columna? Perfecto, siempre que no sufran las ideas.

Quienes nos dedicamos a la reflexión crítica tenemos el deber de emplear nuestro tiempo para conseguir que los demás ahorren el suyo. No se trata de animar a pensar menos, sino todo lo contrario: debemos ayudar a que se piense mucho más -y mucho más a fondo-, pero con menos adorno inútil, con menos artificios, con los mínimos quebraderos de cabeza.

La experiencia me enseña que hay toneladas de galimatías presuntamente teóricos cuya sola función es ocultar la sencillísima opción que nos toca hacer en la vida: decidir de qué lado estamos.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (4 de septiembre de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de enero de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/09/04 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: 2002 diario | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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