Desde Jamaica

Esloganología.- Es curioso que la lengua castellana no cuente con un término autóctono para aludir a los breves mensajes publicitarios pegadizos, comerciales o políticos. Existen, sí, las palabras «lema» y «consigna», pero no tienen el mismo exacto significado.

Y, sin embargo, la Historia de España cuenta con grandes eslogans, como aquel célebre «¡Santiago y cierra España!» que popularizaron los seguidores de Carrillo -caudillo del auriñaciense ibérico del que se conserva una reliquia en Ferraz-, o como aquel otro con el que durante la Guerra Civil las izquierdas combatieron el alcoholismo («¡No pacharán!»), mientras las derechas lo defendían al grito de «¡Frasco, Frasco, Frasco! ¡Arriba en caña!».

Durante mucho tiempo, los eslogans tendían a confundirse con las consignas. En la Grecia antigua, fue famoso el «¡Conócete a tí mismo!», inventado por Sócrates para criticar a los pre-guerristas, empeñados en que no los conociera ni la madre que los parió. Particularmente simpática y subversiva fue la consigna de Diógenes de Sínope: «Hazlo todo en público», que él aplicaba entendiendo por «todo» exactamente eso: todo, por lo que sus conciudadanos lo apodaron «el perro», de donde surgió el nombre de su escuela de pesamiento: el cinismo (kynikos quiere decir «como un perro»).

Ahora las consignas -salvo las automáticas- tienden a disimularse y, aunque al final acaben apareciendo en forma imperativa («compra», «vota», «ven», etc.), lo más frecuente es que el primer plano lo ocupen los eslogans propiamente dichos. Aunque todo tiende a descafeinarse. Allá por los años duros, las consignas y eslogans políticos eran recios y tajantes. Fíjense en el PNV. Hace décadas, repetía sin parar su lema «Jaungoikoa eta Lagi Zaharra» (Dios y las Leyes Viejas), en plan carlista pero sin rey. Ahora lo tienen escondido. ¿Y los comunistas? Les encantaba ponerse culturales y equiparar a los obreros con cierto escritor, gritando «¡Proletarios de todos los países, Unamunos!». Hoy en día, nada de eso. Por no hablar de los radicales de Lerroux, que invitaban a sus simpatizantes a «elevar a las monjas a la categoría de madres».

Ahora todo es flou y blandengue.

«España, en positivo».. ¿Ustedes creen que eso es un eslogan? Pues es el que han escogido los felipistas. Cuando lo oí por primera vez, entendí «impositivo», y pensé que sería algo de Hacienda. Ese eslogan viene a decir algo así como «Mejor no hablemos de lo malo, que no me conviene», pero en más corto. Como el propio Císcar, que también es más corto, y que con esta consigna ha enseñado a sus rivales lo que deben hacer.

Ulises cree que se trata de una campaña conjunta del PSOE y Canal +. Nos hemos pasado un rato discutiendo si eran GALgos o Polancos.

«Ganar el centro».- (Nueva discusión con Ulises, que pretende que es «Ganar el cetro»). El eslógan de Aznar también resulta deprimente. Un equipo que se empeña en dominar el centro acaba siempre haciendo un juego aburridísimo. Es propio de quien tiene una defensa débil y pocas ideas de vanguardia. Se trata de una táctica in-Clemente.

«IU decidirá».- Eso ni siquiera es una consigna. Es una profecía. Y bastante enigmática. Porque, ¿qué decidirá, si decide? ¿Decidirá seguir sin saber por qué decidirse, si por la política dengue de Nicolás Almeida y Cristina Sartorius o por la enérgica de de Julio Maestro y Angeles Anguita?

¿Saben ustedes...?.- ¿...qué contestaría cada uno de los tres candidatos a la pregunta: «Puesto a atraer votos, ¿por qué no promete que, si gana, dará un millón de pesetas a cada español?». Anguita respondería: «Porque no podría cumplirlo». González diría: «Porque no me creerían». Y Aznar: «Porque si yo les prometo un millón, González diría que él dos».

Javier Ortiz. El Mundo (4 de febrero de 1996). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de enero de 2018.