Dice el presidente del Gobierno de Navarra que tiene «la percepción clara» de que Rodríguez Zapatero ha pactado con ETA la formación de algún tipo de organismo de coordinación que asocie al territorio foral de Navarra con la Comunidad Autónoma Vasca. Debe de tratarse de algún tipo de percepción extrasensorial, porque don Miguel Sanz, aunque insinúe vagamente que puede tener algún dato que apoye su «percepción», no aporta ninguno. Tal como lo presenta, lo suyo viene a ser algo así como un pálpito.
La «percepción clara» de Sanz carece de sentido. No porque sea absurda la idea de crear un organismo vasco-navarro de coordinación –José Antonio Ardanza y Juan Cruz Alli ya acordaron hace años formar una plataforma conjunta de ese tipo, que se frustró cuando el propio Alli perdió la Presidencia de Navarra–, sino porque un órgano como ése no podría nacer en ningún caso de un pacto entre el Gobierno de Madrid y ETA. Por dos razones elementales. En primer lugar, porque ambas partes tienen claro, y así lo han manifestado por activa y por pasiva, que las conversaciones que entablen, si es que finalmente las entablan, versarán pura y exclusivamente sobre los aspectos militares del conflicto (armas, presos, etcétera). Todo cuanto tenga que ver con posibles o imposibles iniciativas de reformas políticas habrá de abordarse en un ámbito diferente, en el que los interlocutores serán los representantes políticos de la ciudadanía. En segundo término, porque un acuerdo de ese género sólo podría ser rubricado por los gobiernos de Vitoria y Pamplona, y ni ETA ostenta la representación de Ibarretxe ni Zapatero puede comprometerse a que el próximo Ejecutivo foral navarro esté en manos del PSN-PSOE.
Hay un aspecto del planteamiento de Sanz que no me parece bien, pero que por lo menos me divierte. Me refiero a la autorización implícita que concede a la puesta en circulación de «percepciones» particulares no apoyadas en pruebas. Contando con su precedente, no creo que le moleste que yo afirme que tengo «la percepción clara» de que él está de los nervios ante la posibilidad de que ETA desaparezca y de que eso le prive de coartada para su discurso monomaníaco antivasco. Y tampoco se enojará demasiado, supongo, si digo que tengo «la percepción clara» de que el episodio de las misivas amenazantes de ETA (que primero fueron «una remesa» que incluía cartas de dos tipos, luego «algunas cartas» y finalmente sólo una, y de fecha incierta) fue un invento de su gente. Y que lo de la ferretería de Barañáin, lo mismo. Y así.
Gracias a don Miguel Sanz, esto de las «percepciones claras» puede convertirse en una auténtica bicoca. Sueltas lo que sea, acusas a quien sea de lo que sea y, si alguien te pide explicaciones, respondes: «Es una percepción clara que tengo yo». Y hala, a por la siguiente.
Javier Ortiz. El Mundo (24 de abril de 2006).
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