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2002/11/11 06:00:00 GMT+1

¿Legitimidad contra legalidad?

Tras haber editado y puesto en la calle la primera novela de Juan Alberto Perote, el ex jefe de los espías españoles (Misión para dos muertos, Foca, 2002), me he sumido en la lectura de su apasionante primer libro, Confesiones de Perote (RBA, 1999), hoy prácticamente imposible de encontrar (lo cual es una verdadera pena, porque proporciona algunas claves imprescindibles para la comprensión de lo sucedido en España durante los últimos 25 años).

En aquel su primer libro, al igual que en su novela -también muy interesante, aunque me esté mal decirlo-, Perote, que estuvo al frente de la Agrupación Operativa de Medios Especiales del Cesid, justifica la utilización que los servicios secretos de todo el mundo hacen de métodos ilegales: escuchas no autorizadas, allanamientos de moradas, violaciones de la intimidad de los ciudadanos... y cosas mucho peores. Según él, sin esa licencia para delinquir -para matar, en la versión de Bond-, un servicio secreto no sería eficaz. Y, como quiera que -según él- la labor de los servicios secretos es imprescindible para todo Estado que se precie, la pescadilla se muerde la cola: la ilegalidad es un instrumento necesario para la defensa de la legalidad.

O, por decirlo con otras -y muy viejas- palabras: el fin justifica los medios.

El coronel de Infantería retirado, que de tonto no tiene un pelo, pone un ejemplo que a él le parece definitivo. Cuenta cómo, para desarticular la trama golpista del 27-O, de la que ahora acaban de cumplirse dos décadas, al Cesid le vino como anillo al dedo abrir el maletero del coche de un oficial golpista, hacerse con su cartera de mano, fotocopiar el contenido -llevaba allí todo el plan del golpe, redactado a mano por Miláns del Bosch- y devolver la cartera a su sitio, sin que su propietario se apercibiera de nada. Escribe Perote: «Aquellos garantistas que nos acusan de delinquir sistemáticamente comprenderán ahora cómo en nuestra rutina profesional lo más razonable es que lo legal sucumba ante lo legítimo. Lo legal hubiera sido no abrir aquel maletero. Lo legítimo, en cambio, era hacer lo que hicimos, evitando así el derramamiento de sangre, el fin de la Democracia y del propio imperio de la Ley que acabábamos de vulnerar. Quien no asuma este hecho como incuestionable es sencillamente un estúpido...».

Pues para mí que soy «sencillamente un estúpido», porque desde luego que no asumo ese hecho como incuestionable.

Explicaré por qué.

Primero, porque el ejemplo es tramposo. Perote aprovecha un caso en el que el delito es muy menor y la finalidad muy estupenda para tratar de colar el enunciado de un principio de aplicación general que, en el caso del Cesid, ha permitido la comisión de gravísimos crímenes, no evitando «el derramamiento de sangre», sino propiciándolo (caso de sus labores de asistencia técnica a los asesinos de los GAL). El problema es que, cuando uno se arroga el derecho a decidir qué es «lo legítimo» que debe primar sobre lo legal, lo mismo inspecciona un maletero de coche que acaba matando a unos mendigos para probar la eficacia de una droga eventualmente aplicable a terroristas secuestrados.

En segundo lugar, el propio ejemplo puesto por Perote es extremadamente discutible. El Cesid -o, mejor dicho, la parte no golpista del Cesid- se vio en la obligación de actuar así porque el Gobierno -que sabía perfectamente quiénes integraban la dirección de los golpistas, aunque le faltara el conocimiento de los detalles de su plan- no se había atrevido a cortar por lo sano, procediendo contra ellos con el necesario rigor. Es decir, que el Cesid actuó de ese modo para paliar los efectos de la cobardía del Gobierno. De hecho, si el Ejecutivo de Calvo Sotelo se hubiera sometido al «imperio de la Ley», habría llevado hasta sus últimas consecuencias la investigación de lo sucedido el 23-F y el castigo de sus responsables, militares y civiles, con lo que es muy probable que el 27-O se hubiera quedado desde el principio en agua de borrajas. Para empezar, el encierro carcelario de Miláns no habría sido la casa de tócame Roque que fue, convertido en Cuartel General del golpe.

Estoy oyendo ya la objeción: «Pero si el Gobierno hubiera hecho eso, la escabechina de militares de alta graduación habría sido de aúpa... ¡Entonces sí que el Ejército se levanta!». A lo que respondo que creí que se estaba hablando de salvar «la Democracia», no un pasteleo sin principios.

He hecho mi propio balance personal de los años de existencia del Cesid, ahora rebautizado. Buena parte de ese balance lo he establecido con la información proporcionada por el propio Perote. La ristra de actuaciones delictivas llevadas a cabo por los servicios secretos españoles con fines estrictamente partidistas y sectarios es impresionante. El Cesid estuvo seriamente involucrado en la intentona del 23-F. Estuvo mezclado a tope en la guerra sucia de Euskadi. Ayudó a los servicios secretos israelíes a llevar adelante su propia guerra sucia contra el pueblo palestino. Se dedicó a investigar con medios delictivos a toda suerte de organizaciones políticas y sociales perfectamente legales, introduciendo a veces en su interior agentes que actuaban eventualmente como elementos provocadores. Eso sin hablar de los vídeos sexuales y demás basura al servicio del felipismo. Francamente: tras haber conocido el funcionamiento de la Casa -en no poca medida gracias, ya digo, al propio Perote- mi escepticismo ha alcanzado cotas himalayescas. Esa gente te llena la cama de micrófonos y luego encarga a una bella moza que te seduzca, si cree que así puede sacarte algo de interés. (No es un ejemplo puesto a voleo: sé de un caso en que fue eso exactamente lo que hicieron).

Así que no digo que no: puede que yo sea «sencillamente un estúpido». Pero de lo que sí estoy seguro es de que se me da muy mal comulgar con ruedas de molino.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (11 de noviembre de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 17 de enero de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/11/11 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: jor akal perote diario 2002 libros | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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