Hay estos últimos días mucho ditirambo sobre don Valerio Lazarov y sus -al parecer- portentosas dotes televisivas.
Reconozco que no soy la persona más adecuada para decidir acerca de lo justificado o injustificado de tan encendidas alabanzas. Como no ejerzo de crítico de TV ni voy de masoquista, deserté de las ondas de Tele 5 así que me apercibí de su deseo de abrir mi inteligencia en canal (amigo, eso sí). De entonces a aquí, solamente he conectado esa emisora para ver algún informativo, algún debate y, de vez en cuando, esta o aquella película (grabada: las dos o tres veces que quise ver una en directo, la cantidad y la duración de los cortes publicitarios hicieron que me olvidara del argumento).
Así que -ya digo- no soy nada experto en don Valerio. Pero me deja de piedra comprobar cuán numerosos son los que, tras haberse pasado años poniendo cual chupa de dómine la programación de Tele 5, han descubierto de repente, en cuanto han pasado a la reserva al responsable de lo que se suponía que era pura basura, que no, que en realidad era un producto bello, sutilísimo, casi genial.
Ganas me dan de decirles que el señor Lazarov lo han quitado del mando, pero no ha muerto. Porque este es un país fantástico, en el que a la gente sólo se la puede poner a caldo cuando está viva: así que muere, toda su biografía sube ipso facto a los altares. Lo hemos podido comprobar muy recientemente, con motivo del fallecimiento de Vicente Enrique y Tarancón. Hace un par de años, cuando el cardenal dio un repaso a las corruptelas del régimen vigente, el propio Felipe González afirmó que no veía por qué había de tener en cuenta las opiniones de «alguien que se dedicó a pasear a Franco bajo palio». Va luego, se muere ese «alguien que se dedicó a pasear a Franco bajo palio» y, ¡alehop!, todos los felipistas cantan a coro las más rotundas loas al buen «demócrata infatigable». De risa.
Pero Lazarov no se ha muerto, ni mucho menos. ¿Entonces? ¿A qué vienen esos panegíricos con sonido a hueco? ¿Es que sienten lástima porque don Valerio se ha quedado sin su curro? Me cuesta creerlo: muchos son los que han perdido el trabajo en Tele 5 -en la medida en que con contratos así se pueda decir que lo tuvieron- y nadie ha dicho una palabra ni escrito una línea solidarizándose con ellos. ¿Será entonces que el señor Lazarov les ha tratado bien a ellos y ahora se sienten en el deber de mostrarse agradecidos? Eso sí que puede ser. Y admito que el agradecimiento es cosa bien noble. Pero debe patentizarse tal cual. Que digan: «Qué pena lo tuyo, Valerio; tú que me hiciste ganar tantas pelas, chico, cómo lo siento». Que no mezclen las cosas. Que por mucho que ellos le deban, Pressing Catch, Veredicto, Su media naranja, La máquina de la verdad y todo el insufrible resto no adquieren virtudes que no tuvieran hace un mes, cuando todo eso se perpetraba por orden y deseo de don Valerio.
Javier Ortiz. El Mundo (7 de diciembre de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de diciembre de 2010.
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