Aunque ya nada de lo que sucede en ese capítulo me sorprenda -espero cada día lo peor-, creo que sigue valiendo la pena analizar las manifestaciones de los políticos, así sea como mero ejercicio de antropología.
Me encontré hace unos días con un amigo que acababa de participar en una charla informal con el ministro de Justicia. «¿Sabes lo que ha dicho?», suspiró, con aire anonadado. «Que para el Estado de Derecho son más perjudiciales las acciones de la kale borroka que los tiros en la nuca». Estaba que no se lo creía: «¡El ministro de Justicia tiene una escala de valores que se pasa el Código Penal por el arco del triunfo! ¡Toma ya!».
Ayer, el ministro del Interior dio un paso más en esa vía: afirmó que «los terroristas de cuello blanco, la inteligencia, como ellos dicen, son tan culpables o más que los que disparan». Pues no: en los Estados de Derecho, el delito de incitación es siempre de grado inferior al de comisión. Lógicamente, porque la incitación nunca es determinante: lo determinante es el libre albedrío de quien actúa.
Otra gracia de Mayor Oreja: «Las víctimas [del terrorismo] tienen siempre razón».
Pues tampoco. Si sostuviera que las víctimas del terrorismo tienen derecho a decir lo que les venga en gana, porque en su situación no cabe reclamar de ellos ni ponderación ni sangre fría, estaría totalmente de acuerdo. Pero de ahí a dar por Ciencia pura sus desahogos -por no hablar ya de jalearlos- hay un largo trecho, que un gobernante no debe recorrer alegremente.
Ayer, Pablo Muñoz, hijo del coronel médico Antonio Muñoz Cariñanos, asesinado por ETA el pasado lunes, acusó a los dirigentes del PNV de ser tan culpables de la muerte de su padre como quienes dispararon contra él.
Mayor Oreja sabe que esa acusación es una barbaridad. Pese a lo cual, insiste: «Las víctimas siempre tienen razón».
Parece una posición humanitaria, pero no pasa de ser oportunismo político: le viene bien que hagan afirmaciones de ese tipo, porque van a favor de obra y se las ahorran a él. Sabe que el PNV nunca se querellará contra el hijo de un asesinado. En cambio, si las hiciera él, tendría que justificarlas ante un tribunal.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (20 de octubre de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 18 de abril de 2017.
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