Las palabras engañan. Los conservadores no siempre son partidarios de conservar: hay veces que se dedican a destruir con singular entusiasmo. Y al contrario: en ciertas ocasiones, corresponde a los más revolucionarios tomar en sus manos la tarea de proteger la conservación de lo existente.
Suele ocurrir cuando se trata de la Naturaleza. Y del urbanismo.
Aprendí esa lección en mi juventud donostiarra. Eran siempre las fuerzas que se proclamaban conservadoras las que se empeñaban en que se construyeran supuestos rascacielos y otros mamotretos de cemento. «¡Como en América!», decían. Nos resistimos con uñas y dientes. No ganamos del todo: de nuestra derrota parcial dan testimonio los dos enormes descalabros verticales que afean San Sebastián, Sagrado Corazón aparte. Pero de nuestra parcial victoria da cuenta el resto de la ciudad.
La conciencia de que el progreso verdadero depende de la conservación de lo que está bien -en urbanismo como en todo- tardó en extenderse por la costa mediterránea, por desgracia. Y así está. Pero ya se ha propagado.
Lo destruido no tiene remedio. Lo que queda sí.
En Valencia está a punto de cometerse un atentado terrorista urbanístico. El Ayuntamiento de doña Rita Barberá ha autorizado que se construyan dos enormes torres de 20 pisos junto al Jardín Botánico, en el solar de los Jesuitas. El invento no es suyo: es parte de la herencia recibida del PSOE. Pero ella lo ha mantenido. Y saldrá adelante si el buen sentido no lo remedia. Se trata de un disparate. De un disparate que va a dar muchos millones a algunos, a costa de tapar la vista y amargar la vida a los demás.
Doña Rita Barberá es ya, desde hoy, presidenta de la Federación Española de Municipios y Provincias. Si las torres de los Jesuitas de Valencia acaban elevándose como muestra del modo en que el PP concibe nuestro futuro municipal, lo dejo dicho aquí solemnemente: me declaro en guerra con el partido de la alternancia.
O él o yo.
Javier Ortiz. El Mundo (12 de noviembre de 1995). Subido a "Desde Jamaica" el 18 de noviembre de 2012.
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