Caen en tromba sobre Ibarretxe los reproches. El más frecuente es el que le dirigen quienes le acusan de tratar de imponer a la totalidad de la población del País Vasco un futuro que sólo una exigua mayoría desea. «Este no es un asunto que quepa resolver por el simple juego de mayorías y minorías», afirman.
La primera respuesta que se le ocurre a cualquiera con un cierto apego por el sentido común -y por la democracia- es que no por respetar los derechos de la minoría -cosa siempre deseable- es lícito desdeñar los derechos de la mayoría. No violentar a los menos está muy bien; no violentar a los más, todavía mejor.
Pero hay un punto previo que conviene no dar por sobreentendido: el de las famosas dos mitades en las que se divide el pueblo vasco, una sólo ligeramente -se dice- superior a la otra.
¿En qué se basa ese lugar común?
Los votos que reciben los partidos en las elecciones proporcionan una pista, desde luego. Pero no indican para nada que la mayoría sea tan ligera. En las últimas elecciones autonómicas, los partidos defensores del derecho de autodeterminación obtuvieron más del 60% de los votos, por menos del 39% de los que niegan la vigencia de ese derecho. Y hay que contar con que dentro del 39% opuesto está la franja de votantes del PSE-PSOE que no ve con malos ojos los planteamientos de Ibarretxe. Una franja que existe, y que tiene sus propios líderes.
Los votos dan -es cierto- una pista. Pero sólo una pista. Porque, de creer lo que dicen los estudios sociológicos realizados al respecto, hay un buen puñado de asuntos políticos cruciales ante los que la población vasca muestra una fuerte tendencia a la transversalidad. Según trabajos realizados por equipos de sociólogos nada sospechosos de connivencia con el nacionalismo, muchos votantes del PP y del PSOE son partidarios, por ejemplo, de que el futuro nacional de Euskadi sea decidido en las urnas por los propios vascos, sin injerencias ni dependencias externas.
De modo que, para saber con exactitud con qué posiciones se identifican unos y otros vascos y qué tipo de relación desean tener con el resto de los pueblos que convivimos en esto que llamamos España -y con los poderes que se dedican a administrar los asuntos comunes-, no parece que haya otro modo que preguntárselo específicamente. Sólo de esa manera se podrá saber si realmente hay dos mitades casi iguales, o un 60/40 o -no lo descarten ustedes- un 70/30.
Esa, y no otra, es la consulta que plantea Ibarretxe. Una consulta que, dada la legislación española al respecto, no tendría un carácter legalmente vinculante, pero que dejaría las cosas claras, política y moralmente.
Entonces cada cual podría tomar postura. Y decidir si considera que hay que atender el deseo de la mayoría del pueblo vasco o si lo que opinen los vascos sobre su destino le parece una mera anécdota, siempre que la mayoría de los no vascos se decanten por lo contrario.
Javier Ortiz. El Mundo (1 de octubre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 13 de abril de 2018.
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