Apenas hace unos años, la práctica totalidad de la población yugoslava parecía sentirse tal. Había, por supuesto, serbios, croatas, montenegrinos, bosnios, pero casi todos ellos se mostraban cómodos en su condición colectiva de yugoslavos. Sólo los albaneses de Kosovo se resistían a subirse al carro. Nadie, descontado algún visionario; imaginaba que pudiera ocurrir lo que ha venido luego. Pero ha ocurrido.
Yugoslavia tenía aspecto de ser una entidad sólida, pero ha saltado hecha pedazos. Era una cáscara –espesa, opaca– debajo de la cual continuaban habitando los viejos demonios de los Balcanes.
De los muchos y muy intrincados conflictos nacionales en que ha degenerado la URSS se podría decir tres cuartos –quizá sólo tres cuartos– de lo mismo. La URSS también ha demostrado que estaba recubierta de una aparatosísima, impresionante cáscara que, al saltar, ha dejado aflorar viejas tensiones que creíamos enterradas y de las que sólo sabíamos por los libros que contaban la Historia de la Rusia del siglo XIX y comienzos del XX.
La Alemania actual no se parece a la de 1913, ni a la de 1929. Los políticos que ahora la gobiernan pasaron la purga emocional de los 60 y asimilaron, consternados, el horror del pasado inmediato de su país. La propia sociedad civil, sobre todo la de la ex-RFA, está, por lo que se ve, razonablemente alejada de tendencias autoritarias.. Pero eso –ya digo– es lo que se ve. ¿Qué hay por debajo de esa otra cáscara?
Temo las cáscaras. Temo nuestra más que demostrada incapacidad para captar lo que pasa por debajo de lo que se ve. Las sociedades de este tiempo se han vuelto difíciles de descifrar, y los políticos que monopolizan el escenario cada vez las representan –las expresan– menos. La clase política danesa dice «sí», pero el «no» arrastra a la mayoría de la población. Un oscuro y desaliñado diputado de provincias llamado Philippe Séguin logra en pocos meses cautivar la simpatía de millones de franceses, que vuelven la espalda a la inmensa mayoría de los electos de la Asamblea Nacional.
¿Adónde va Europa? A veces, se producen brechas en la cáscara y se atisba algo de lo se cuece por debajo. La realidad parece sólida. Pero quizá es tan sólo opaca.
Javier Ortiz. El Mundo (19 de septiembre de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de enero de 2018.
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