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1995/11/26 08:00:00 GMT+2

Lady Di-abólica, Di-namita... Di-neral

Dianología.- En contra de lo que se supone, la nueva estrella de la televisión, mistress Windsor -ella nacida Spencer, en su día-, no atiende por «Di» porque se llame Diana, sino como diminutivo del conjunto de las palabras que mejor la retratan: di-abólica, di-ctadora, di-famadora, di-amante (que no lo es, pero le gustan muchísimo), di-fícil, di-fusa, di-lapidadora, di-nástica, di-neral (el que cuesta), di-va, di-namita, di-vulgar...

Todo eso y más, pero en ningún caso -ah, eso sí que no- di-vorciada.

¿Cómo puede ser que haya fascinado tanto su intervención en la BBC?.- Porque la televisión es un medio esencialmente imbécil. En efecto, no hay ninguna idea medianamente compleja e inteligente que pueda ser expresada oralmente en menos de dos minutos. Y, en televisión, cualquier intervención que dure más de dos minutos resulta inaguantable, según han establecido los expertos. Lady Di está a la altura del medio: es capaz de soltar las mayores simplezas, y las mentiras más llamativas. Pero eso es lo de menos. Lo de más es que las dice con voz encantadora, ladeando la cabeza de modo muy coqueto, haciendo unos mohínes muy monos y con unos aires de inocente que para sí hubiera querido la propia Juana de Arco. Gracias a lo cual, cautiva al público. Se conoce tan bien las técnicas modernas de la comunicación de masas que habría que llamarla Lady Di-gital.

¿Cuál es la verdadera historia?.- El príncipe Carlos es el verdadero culpable. Cometió el más grave de los errores: casarse con ella. Diana no tardó en demostrar que combinaba un conjunto de defectos difíciles de soportar: exhibicionista, ambiciosa, cortita de luces y con un equilibrio emocional de estabilidad más bien limitada. Las dos primeras características las mostraba sin parar, participando en más actos sociales y luciendo más modelitos que nadie. Su inestabilidad emocional quedó patente así que empezaron sus intentos de suicidio. Su inteligencia limitada se comprobó en cuanto se vio que, por más que intentaba acabar con su vida, no lo conseguía: se hacía cortes en las muñecas y en las piernas, en lugar de pegarse un eficaz tiro entre ceja y ceja.

¿Pudo morir de otro modo?.- Se puso tan pesada que a muchos no nos hubiera extrañado que su marido se hubiera decidido a apuntarle y hacer Diana. Claro que Su Alteza, por definición, no podía rebajarse a eso.

Momentos estelares de su intervención en TV.- 1) Sobre su primer embarazo: «Me quedé embarazada y sentí un gran alivio cuando me dijeron que era un chico. Me parecía que todo el país estaba de parto conmigo». Está muy claro que lo suyo son las paridas.

2) Le preguntan cómo se enteró de que su marido estaba liado con Camilla Parker. Contesta: «Mi instinto de mujer me lo decía». El entrevistador insiste: alguien se lo diría. «Bueno, sí, personas...», responde. Claro: nada mejor que un buen chivatazo para que el instinto funcione a tope.

3) «En mi matrimonio éramos tres, y tres son demasiados», pretende, en plan púdico. Pero en otro punto de la entrevista reconoce que en 1989 ella ya había ligado con James Hewitt. ¿Cuántos eran entonces en realidad? ¿Tres? ¿Cuatro? ¿O cinco, contando al jugador de rugby?

4) Afirma, sentenciosa: «Pienso con el corazón, y no con la cabeza». Admitámosle el 50%: con la cabeza, desde luego, no parece que piense.

5) Pero sí calcula: «No me voy a ir sin más. Ese es el problema. Voy a luchar hasta el final porque creo que tengo una tarea que cumplir y unos hijos a los que sacar adelante». Ay, los pobres niños. Si mamá falla, lo mismo se quedan sin pan que llevarse a la boca.

6) ¿Y en qué consiste la tarea que tiene que cumplir? La explica: «La principal enfermedad actual es que la gente siente que nadie la quiere. Yo sé que puedo dar amor: un minuto, media hora, un día, lo que sea. Eso es lo que quiero hacer». No sé, pero eso a mí me suena a un anuncio por palabras: «Diana. Disciplina inglesa. Doy amor real. Un minuto, media hora, un día, lo que sea. Se admiten tarjetas. Y castillos. Y pensiones vitalicias.»

Otra declaración enfática.- «No soy un animal político». Político, desde luego, no.

Pero ¿no hay ninguna maniobra política detrás de todo este lío?.- El diputado laborista Tony Benn escribió en The Guardian: «Hay una formidable coalición enfrentada al nostálgico absurdo de que Gran Bretaña es una democracia, la Corona está por encima de la política y de cualquier reproche, y de que nuestro sistema de Gobierno es la envidia del mundo».

La verdad, ¡qué cosas más raras pasan en Inglaterra!

Javier Ortiz. Zooilógico, El Mundo (26 de noviembre de 1995). Subido a "Desde Jamaica" el 20 de septiembre de 2013.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1995/11/26 08:00:00 GMT+2
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