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1997/09/04 07:00:00 GMT+2

La tortilla

Por oscuras razones -suele ocurrir de noche-, siempre hay en las fiestas domésticas -por lo menos en las que a mí me tocan- algún exrojo que se aferra a la primera guitarra que pilla y se empeña en amenizar la noche -es un decir- entonando las canciones anti que aprendió a acompañar cuando era persona de anti, y no de pro.

Así las cosas, me pregunto por qué no continúan combatiendo, si tanto les va el espíritu de lucha. Me lo pregunto y me lo respondo rápidamente: siguen combatiendo, solo que del otro lado. A veces sin darse siquiera cuenta.

Hace unos días fui víctima de un tipo de ésos. Aferró la guitarra y, tras bramar con problemática ferocidad ¡Ay, Carmela! y Santa Bárbara bendita, se pasó a unas coplillas que gozaron de enorme predicamento en los años 60 entre las gentes antifranquistas, servidor incluido. Según las iba recitando el menda, fui dándome cuenta de su perfecta estupidez (me refiero a la de las coplas: la del cantante es otro cantar).

Decía una de aquellas coplas: «¿Qué culpa tiene el tomate / que está tranquilo en la mata, / si llega un hijo de puta / y lo mete en una lata / y lo manda pa Caracas?». Me da que no vale la pena entrar en el análisis de tan sesuda crítica de la industria exportadora.

Otra: «¿Cuándo querrá el Dios del cielo / que la tortilla se vuelva, / que los pobres coman pan / y los ricos mierda mierda?». Vaya con el Robin Hood trovador: su aspiración máxima era... que los pobres comieran pan. ¿Y para qué quería que la tortilla se volviera? ¿Para zampársela él? Por no hablar de su interés por convertir a los ricos en coprófagos: se suponía que el objetivo era redistribuir la riqueza, no gibar el estómago de nadie.

Prosiguió el vate: «El dueño de nuestra mina / se ha comprado una romana / para pesar el dinero / que toítas las semanas / les roba a los mineros». Tampoco aquí su nivel intelectual se alzó a gran altura. ¿Para qué diablos querría el dueño pesar el dinero? Contarlo -por definición- le traería más cuenta.

Mientras el agitador de ocasión seguía aporreando la guitarra, recordé otra copla política mucho más inteligente y, en consecuencia, de plena actualidad. Decía: «Es la virtud del trabajo / la desdicha del obrero, / que el que trabaja no tiene / tiempo de ganar dinero». No diré yo que la copla en cuestión fuera extremadamente combativa, pero a cambio resultaba profundamente analítica: Rudolf Hilferding escribió todo un tocho sobre el capital financiero y no lo definió ni mejor ni, desde luego, con más gracia.

Le pedí a mi trovador de añejas militancias que la cantara. Pero ni siquiera la conocía. Se ve que, como a tantos jóvenes antifranquistas de los 60 que ahora ejercen de viejos burócratas, le iba bastante más la embestida que la reflexión, y el insulto que la ironía.

Están contentos. Han logrado lo que pedían cantando: la tortilla ya se ha vuelto. Gracias a ello -y a ellos-, ha podido comprobarse que, una vez vuelta, la tortilla tiene un aspecto asombrosamente similar.

Javier Ortiz. El Mundo (4 de septiembre de 1997). Subido a "Desde Jamaica" el 7 de septiembre de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1997/09/04 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: jor música el_mundo 1997 capitalismo izquierda miscelánea | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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