Dicen algunos comentaristas políticos próximos al tándem PNV-EA que la presencia electoral de Batasuna a través de la fórmula EHAK va a «dispersar el voto abertzale», lo que puede tener como resultado que el actual tripartito gobernante no obtenga la mayoría absoluta en el nuevo Parlamento de Vitoria.
Es una reflexión que, francamente, me deja pasmado.
Es obvio que lo mejor para la coalición PNV-EA sería que todos los nacionalistas vascos le dieran su voto. ¡Todos, como un solo hombre y una sola mujer! Y si también se lo concediera una parte del electorado no nacionalista, todavía mejor. No te jode. Pero para lo que se supone que están las elecciones es para dar cuenta de la pluralidad de opciones que existen en la sociedad.
Dentro del campo nacionalista vasco hay posiciones muy diferentes. El PNV y EA, que proceden del mismo tronco, han decidido pasar por alto sus diferencias en aras de la eficacia electoral. Es su decisión. Nada que objetar. Pero los demás no tienen por qué plegarse a ello. Aralar se presenta por su cuenta, porque lo tiene a bien, sólo faltaría, y Batasuna ha decidido llamar a sus seguidores a respaldar las candidaturas de EHAK, porque quiere que sus posiciones políticas tengan una plasmación parlamentaria propia. Con todo el derecho del mundo.
Eso no se llama «dispersión del voto». Se llama pluralismo.
La «lógica» de esos comentaristas me recuerda a la que suele poner en marcha el PSOE cada vez que se aproxima una cita con las urnas. Siempre dice que las candidaturas de IU y otras de ámbito local «dispersan» el voto de la izquierda. Como si «la izquierda» fuera un bloque monolítico. Digo más: como si se supiera qué es «la izquierda». O aún más: como si estuviera claro que el PSOE es de izquierdas.
«¡Que florezcan cien flores y rivalicen cien escuelas de pensamiento!», clamó Mao Zedong un día que se sintió tolerante (o creyó conveniente parecerlo).
Pues así lo veo yo, sólo que con el alma en la mano. No temo la dispersión; temo el agrupamiento. Me horrorizan los parlamentos como el de Madrid, en el que dos partidos que sólo discrepan en lo accesorio se lo pueden guisar y comer todo al alimón.
¡Diversidad, divino tesoro!
¿Que la mayoría absoluta de la coalición PNV-EA corre peligro? Mejor que mejor. He conocido ya muchas más mayorías absolutas de las que hubiera querido.
Post Data.- Ayer fue el estreno de mi pieza de teatro José K, torturado. La cosa se produjo en una sala de la preciosa sede modernista que tiene la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) en Madrid. (De sobra son conocidas mis malas relaciones con algunos de los directivos de esa asociación y con la línea que siguen, pero la vida tiene estas cosas.)
Algunos amigos y amigas me han pedido que haga una crónica del acontecimiento. No puedo, y juro que no es por modestia, ni falsa ni real; es que no tengo los datos necesarios. Ni siquiera pude constatar si el local se había llenado. Me dijeron que sí, pero yo ni me enteré. Sentado en la primera fila y con la iluminación propia de una representación teatral, no pude apreciar cómo se lo tomó el público; si se creyó lo que estaba oyendo; si le pareció que aquel mitin de casi una hora era interesante o una pasada propia de un mediocre agitador anti-sistema...
(c) Diego Sinova / El Mundo
A mí, como autor, me gustó cómo declamó el texto Ramón Langa. Mucho. Ramón (en la foto de arriba, durante una de nuestras sesiones de trabajo) se ha ido identificando con el papel más y más, y se le nota: le sale de las vísceras. Lo dijo tan bien que a veces me costaba creerme que aquello fuera cosa mía. La dirección de Sandra Toral, tenaz como ella sola en la promoción del proyecto -en el que ha puesto mucha más fe que yo mismo-, merece algo más que mi aplauso: mi abrazo. El respaldo del productor del ciclo, Robert Muro, y del productor de la obra, Luis Lorente, la labor de Jorge del Cura, tan inteligente y eficaz como discreto... Mi lista de muy sinceros agradecimientos -parece mentira: para una cosa tan modesta- podría y debería prolongarse, pero tampoco es éste el sitio ni el momento.
Cuando acabó, se me acercó bastante gente para felicitarme, pero supongo que eso es lo típico. Imagino que a la gente a la que una obra le parece una mierda no es tan sádica como para ir a espetárselo al autor. (Lo digo por propia experiencia: cuidado que he visto mierdas y sólo me he pronunciado al respecto en voz baja y en petit comité.)
Sé que hubo por allí algunos amigos y amigas de esta página. A algunos incluso los vi y pude saludarlos. Si cualquiera de ellos se anima a hacer una crónica del acto -espero que todo lo crítica que se le ocurra-, la incluiré por aquí con gusto. (*)
Para mí, si he de ser sincero, lo que más me divirtió es alargar el ciclo del dicho tópico: he publicado ya ocho libros, he plantado un puñado de árboles, he tenido dos hijas -una de ellas estuvo ayer en la representación para darme su respaldo, como siempre- y ya, incluso, he estrenado una obra de teatro. Hubo un amigo que me dijo, bromeando: «Ya sólo te falta una novela». Le respondí la verdad: que confío en no perder la conciencia de para qué no valgo.
Ayer me arriesgué a pasear un rato por esa problemática frontera. Veremos si he salido indemne.
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(*) Belén Martos ya ha escrito su particular crónica, que agradezco de corazón.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (12 de abril de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de noviembre de 2017.
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