Es lugar común en los corrillos político-periodísticos de la capital del Reino: hay que dar una oportunidad a Mayor Oreja y ayudarle a convertirse en lehendakari. «Ibarretxe ha fracasado; ahora le toca a Mayor», se argumenta.
Prueba de que Ibarretxe ha fracasado: ETA sigue en las mismas, si es que no en peores. Ejemplos recientes: el robo de 1.600 kilos de explosivos en Grenoble y el atentado de anteanoche en Hernani.
Pero, que yo sepa, el Gobierno de Ibarretxe no tiene jurisdicción en Grenoble. Y el muerto de Hernani era un ertzaina del PNV.
«Hay que dar una oportunidad a Mayor Oreja», sostienen. Querrán decir que hay que darle otra oportunidad, porque una ya la ha tenido, y bien importante.
Ha sido ministro del Interior durante cinco años. Ha contado con más medios que nadie para actuar contra ETA. Medios políticos, policiales, internacionales, judiciales, mediáticos. Ha dispuesto de ellos tanto en el conjunto de España, en general, como en Euskadi, en particular: cuando ha querido movilizar a las Fuerzas de Seguridad del Estado en territorio vasco, lo ha hecho, fuera por iniciativa directa o por intermedio de la Audiencia Nacional.
¿Qué podría hacer al frente del Gobierno de Vitoria que le haya estado vedado como ministro? ¿Alguien cree que será capaz de desarticular más comandos como lehendakari que como responsable de Interior? ¿Que descubrirá con más facilidad la infraestructura de ETA en Madrid? ¿Que conseguirá más colaboración del Gobierno francés?
En lo que se refiere a ETA -estrictamente a ETA- no podría hacer nada que no haya estado ya en condiciones de hacer. Y que no haya hecho, con los resultados que todo el mundo conoce.
No dudo de su capacidad de iniciativa. Doy por hecho que, si llegara a Ajuria Enea, tomaría muchas medidas. Algunas ya se las están sugiriendo sus amigos. Imagino que trataría de cambiar el sistema educativo. O transferiría la competencia al Gobierno central, según la muy constitucional idea de Francisco Vázquez. Supongo también que propondría reducir drásticamente la ayuda oficial a la enseñanza del euskara, y a las expresiones culturales en vascuence, porque ya se sabe cómo son esas cosas: semilleros de nacionalistas, ergo de separatistas, ergo de terroristas. Doy por hecho que suprimiría los repetidores de EITB en Navarra y forzaría una tajante reconversión de la Radiotelevisión vasca, que está llena de alevines. De alevines de cualquiera sabe qué: de todo.
Nada de eso acercaría el fin de ETA, desde luego, pero a cambio dejaría en evidencia a quienes afirman que no es posible crispar todavía más la vida social vasca.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social y El Mundo (10 de marzo de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 13 de marzo de 2003.
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