Los medios de comunicación audiovisuales con sede en Madrid -no los llamo «madrileños» porque no lo son: apenas suele haber madrileños en sus equipos directivos- se han ocupado con bastante detalle de los actos ligados a la elección del lehendakari del Gobierno vasco. Y yo me he ocupado con bastante interés del modo en que ellos se han ocupado de esos actos en sus programas informativos.
He constatado -sin mayor sorpresa, lo admito- que todos, más allá de sus eventuales discrepancias en otras materias, han abordado las noticias correspondientes aplicándoles el mismo tratamiento, dividido en dos fases: 1ª) Mención más o menos fiel (o sea, más o menos infiel) de lo ocurrido; 2ª) Cita de las reacciones suscitadas por lo antedicho en las direcciones de los partidos socialista y popular.
Y a otra cosa. Sistemáticamente.
Si menciono ese asunto no es ni para dejar constancia de mi enfado, ni de mi protesta, ni nada que se le parezca. Si lo hago es porque me parece que vale la pena preguntarse por qué los profesionales que se encargan de esos servicios informativos consideran de manera tan unánime, tan desinhibida, que es así como deben tratarse las noticias procedentes de Euskadi. Cómo puede ser que no se planteen siquiera que lo lógico sería recoger en primer lugar las opiniones de las fuerzas mayoritarias en el Parlamento vasco y sólo luego las de los partidos en minoría. ¿Tal vez porque se atienen a alguna aviesa consigna recibida de sus perversísimos jefes? No.
No hace ninguna falta que se les instruya. Ellos actúan así porque, para ellos, los partidos mayoritarios por antonomasia son el PSOE y el PP, de modo que lo natural es ofrecer sus reacciones, y punto.
Ellos juzgan la política vasca como una mera y mínima porción de la política española y la tratan a esa escala.
Vale la pena fijarse en estas cosas -iba a decir «en estas pequeñas cosas», pero no: no son pequeñas- para comprender que cuando se debate sobre algunos asuntos que parecen muy abstractos y ajenos a la vida cotidiana (que si la soberanía, que si los sujetos de soberanía, etc.) no se trata en realidad de ningún arcano misterioso que sólo pueda interesar a algunos pijoteros obsesionados con fueros antiguos y derechos históricos de capa y espada. Que lo que se está decidiendo es si tienes derecho a ser tenido en cuenta o si pueden tomarte por el pito de un sereno sin ni siquiera inmutarse, convencidos de que están dando a cada cual la importancia que se merece.
Cuando sucede algo en Luxemburgo, ¿a quién se le pide opinión? ¿Al Gobierno de Luxemburgo o al de París? Pues eso.
Aviso.- A partir del 1 de julio empiezo mi temporada veraniega, que no es de vacaciones en el sentido tradicional -ya he contado que voy a seguir tanto con mis columnas en El Mundo como con estos Apuntes y mis colaboraciones en radio y televisión-, pero que me lleva de un lugar para otro, lo que me deja menos tiempo disponible para estos menesteres. Eso quiere decir, entre otras, dos cosas: la primera, que es posible que la hora de actualización de estos Apuntes se demore a veces más de lo habitual, y segunda, que no voy a tener apenas tiempo para atender el correo electrónico.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (30 de junio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de octubre de 2017.
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