Solía decir Jaime Mayor Oreja en los tiempos en que ejercía de ministro del Interior que las víctimas del terrorismo «siempre tienen razón».
Supongo que él mismo era consciente de lo absurdo de su afirmación. Ser víctima, por vía directa o indirecta -en tanto que familiar-, no otorga ningún género de capacidad especial para juzgar los fenómenos políticos y sociales. Lo cierto es más bien lo contrario: el sufrimiento que apareja ser víctima tiende a nublar el juicio. Lo que Mayor pretendía dar a entender, imagino, es que no se debe discutir con las víctimas, aunque se excedan en sus juicios; que hay que darles un muy amplio margen de comprensión. Lo cual es correcto, sin duda. Pero él hacía trampa: se aprovechaba del radicalismo verbal de algunas víctimas -del antinacionalismo vasco y del furor represivo de la jefatura de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, muy en especial- para justificar y dar cobertura a sus propios excesos.
Ayer intervinieron ante la Comisión Parlamentaria del 11-M los representantes de dos asociaciones de víctimas: Pilar Manjón, en nombre de la asociación de afectados por el 11-M, y Francisco José Alcaraz, en nombre de la AVT. Sus discursos no tuvieron nada que ver. ¿A quién habría que dar la razón, de seguir el consejo de Jaime Mayor? Alcaraz repitió su discurso de siempre, que es el del PP: reclamó el mantenimiento del Pacto Antiterrorista «sin cambiar ni una coma» y pidió el cumplimiento íntegro de las condenas por terrorismo. Manjón, en nombre de la Asociación 11-M, lanzó una sentida requisitoria contra los politiqueros, empezando por los de la propia Comisión, que han utilizado a las víctimas como arma arrojadiza. Sus duras críticas, aunque no dejaran títere con cabeza, se centraron en Eduardo Zaplana y el PP. No los citó nominalmente, pero bien que se dieron por aludidos, como mostró el propio Zaplana, que abandonó el Congreso de los Diputados con gesto de pocos amigos, sin pararse siquiera a saludar a las víctimas que se habían concentrado delante de la sede parlamentaria. El contraste entre la imagen y el tono de los dos representantes de las asociaciones de víctimas -Alcaraz disfrazado de político, frío y burocrático en su expresión; Manjón seria y emocionada, con el dolor y la rabia en los ojos y los labios- ha llegado tal cual a la calle: la intervención del uno no ha interesado a casi nadie; la de la otra ha restallado como un relámpago en el aburrido páramo de la política española.
No; las víctimas no tienen siempre razón. Ni las que lo sufren con las heridas aún abiertas ni las que han convertido su lejana realidad de víctimas en un oficio administrativo como otro cualquiera. La razón se conquista ejerciéndola, haciéndola ver, demostrándola. Que es justamente lo que hizo ayer Pilar Manjón.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (16 de diciembre de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de julio de 2017.
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