El filme de Ken Loach The Hidden Agenda tiene, amén de sus innegables cualidades cinematográficas, la virtud de llamar certeramente la atención sobre esa aberración que suele denominarse «razón de Estado», y que no es otra cosa que la tendencia del Poder a saltar por encima de toda regla cuando eso le conviene. En The Hidden Agenda, son los servicios de inteligencia del Ejército británico los que asesinan, pero eso es casi anecdótico: Loach podía haber tomado pie igualmente en los GAL españoles, en la OAS francesa o en tales o cuales servicios del KGB o de la CIA.
Resulta paradójico: en nombre de la democracia, el propio Estado machaca los principios mismos de la democracia. Pero paradójico no quiere decir contradictorio. Ante los momentos de crisis, o cuando se sienten en peligro, los llamados «Estados de Derecho» no suelen ser demasiado respetuosos con la Ley. En rigor, el Estado de Derecho es un mero modelo teórico al que los Estados reales se aproximan más o menos, y según con quién: jamás demasiado, a decir verdad, frente a quienes consideran enemigos.
La razón de Estado -esto es, la aceptación del uso oficioso de medios ilegales para la consecución de fines presuntamente correctos- va a más y generaliza su campo de acción gracias -y eso es lo más grave- a la complicidad que encuentra en amplios sectores de la ciudadanía. «El problema de Amedo fue lo mal que lo hizo», dice el uno, y tantos sonríen. «La democracia se defiende también en las cloacas», rijosea el otro, y le salen tropecientosmil cómplices. «El mejor terrorista es el terrorista muerto», sentencia el de más allá, y todos -o casi- tan anchos.
Dudo que The Hidden Agenda, pese a sus muchos méritos, alcance en España un éxito de masas. Y es que vivimos un tiempo y un lugar en los que la razón de Estado se beneficia de la indiferencia de los más, que callan y otorgan -alguien ha llamado a eso «el silencio de los corcueros»- porque no quieren entender que el respeto escrupuloso de las (buenas) formas democráticas no depende de la consideración que nos merecen nuestros oponentes sino tan sólo de la consideración y el respeto que nos guardamos hacia nosotros mismos.
Javier Ortiz. El Mundo (18 de enero de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 24 de enero de 2012, día en el que Javier habría cumplido 64 años.
Comentarios
Tal vez, hoy estaría pensando que solamente restaba un año para la llegada de su tan esperada jubilación. Lástima que no la vaya a poder disfrutar. Afortunadamente, podemos seguir disfrutando y aprendiendo de sus escritos a diario. Gracias a quienes nos rescatáis diariamente una porción de su legado.
Escrito por: kala.2012/01/24 12:37:19.559000 GMT+1
Escrito por: flamboyan.2012/01/24 13:05:40.639000 GMT+1
Escrito por: xosé.2012/01/24 16:30:21.903000 GMT+1