Así habló el Diablo a Dios: «Oh, Señor, tú que dices poderlo todo: dame a mí y danos a todos prueba irrefutable de tu infinito poder: construye una enorme roca; una roca tan grande que ni siquiera tú seas capaz de levantarla». Y sumióse el Altísimo en profunda cavilación. Tras de la cual, tronó frente al Maligno con voz de gran enojo: «iNo puedo! Porque si hiciera una roca tal que fuera yo luego incapaz de alzarla, demostraría que hay un poder al que yo no alcanzo. Y si la izara, se diría que me mostré incapaz de construirla».
«Dices muy bien, Señor», silbó la palabra afilada del Diablo. «Pero acabas de admitir con ello que tu omnipotencia es falsa». Este presunto enigma diabólico sigue provocando gran perplejidad en muchas mentes inocentes. Sin embargo, los viejos escolásticos católicos lo utilizaban como mero juguete intelectual, para ejercitar su habilidad polémica, y no le daban mayor trascendencia que la que otorgaban a la discusión sobre el número de ángeles que pueden caber en la punta mínima de un alfiler: o sea, ninguna. Y es que los escolásticos, como profesionales del pensamiento, tenían claro que las discusiones sobre los límites de lo absoluto no pueden concernir en ningún caso sino a problemas en el seno del lenguaje: puros y simples sofismas.
Los escolásticos, como antes los sofistas, eran especialistas en el arte de discutir. Estaban entrenados para defender lo que fuera. A veces, incluso jugaban a apoyar primero una postura y luego, la contraria.
Estas escuelas de embaucadores del pensamiento han encontrado su continuidad natural en los políticos de hoy. Ahí está el caso notable del PSOE, que ahora mismo nos ofrece el más acabado ejemplo de ello: lanza terribles diatribas contra la corrupción política cuando los presuntos corruptos son otros y, tres días después, sostiene la postura diametralmente opuesta cuando la acusación apunta contra miembros de su propio partido.
Sin embargo, a Felipe González, supremo hacedor del PSOE, el astuto diablo no podría plantearle su vieja prueba de la roca: él sí que ha demostrado su capacidad para crear un peñazo que no lo aguanta ni Dios.
Javier Ortiz. El Mundo (3 de enero de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 5 de enero de 2012.
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