Ayer presentamos en Madrid Así fue, el libro de memorias de Xabier Arzalluz. Los parlamentos corrieron por cuenta de Iñaki Anasagasti, Julio Anguita y el propio Xabier Arzalluz, a los que me tocó dar la palabra, en tanto que editor, tras hacer un breve relato de las condiciones en las que se gestó y materializó la obra.
Me llamó la atención el interés que despertó un razonamiento que expuso Arzalluz cuando a la hora del coloquio se le preguntó por la famosa «salida dialogada del conflicto», que todo el mundo parece dar por poco menos que inevitable. El ex presidente del PNV señaló que, en efecto, se habla mucho del «inminente» adiós a las armas de ETA, pero que no ve que se esté realizando el trabajo «de cocina» que sería de rigor para facilitar la marcha del proceso. (Quienes siguen la andadura diaria de estos Apuntes saben de sobra que yo también tengo la sospecha de que se está creando un clima de euforia artificial, no avalado por avances prácticos en el movimiento real.)
Pero no fue ese escepticismo lo que más llamó la atención de los presentes sino -según ya he avanzado antes- un razonamiento que añadió a continuación, refiriéndose a los deseos de paz que tantos atribuyen a los propios dirigentes de ETA. Arzalluz se refirió al fuerte acoso al que ETA está sometida y a los constantes golpes policiales que está sufriendo. «Es bien sabido -dijo- que todos los "generales" de ETA tienen nombrados a sus sucesores, que están preparados para sustituirlos en caso de detención. Pero si los generales son detenidos, y si a las pocas semanas caen también quienes los sustituyeron, y si éstos también son detenidos al poco, y si en cosa de nada la Policía también arresta a los sustitutos de los sustitutos de los sustitutos, entonces nos encontramos con que, al cabo de nada, el alto estado mayor está integrado por generales que pocos meses antes eran simples cabos. Pues bien, no parece muy lógico que los cabos recién llegados a generales estén ansiosos de que la guerra se acabe. Lo normal es que sientan el deseo de demostrar que valen mucho y que pueden ejercer muy bien de generales.»
La dirección de ETA está sometida a muchas presiones. La más efectiva, probablemente, es la que ejerce la propia sociedad vasca, muy mayoritariamente harta de su tutela armada. En esa presión participa buena parte de la izquierda abertzale misma, que ve muchas más posibilidades políticas en la acción legal, incluida la institucional, que en el activismo armado.
Eso es así, sin duda. Pero hay más factores en juego. Y pueden preponderar.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (11 de noviembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 26 de octubre de 2017.
Comentar