He perdido ya la cuenta de las interpretaciones que circulan sobre todo lo que expresó, reclamó, exigió y puso de relieve «España entera» en las masivas manifestaciones del mes pasado, tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Ayer recibí la carta de un señor de Alicante que me reprocha no haber entendido el mensaje unánime popular. Lo hace por la brava: «Es usted un perfecto gilipollas», empieza su misiva. ¿Y eso? Según él, tengo demasiados reparos y demasiada deontología («deontología gilipollas», precisa). «Ya Sartre hablaba de que hay que mancharse las manos», añade.
Así que, según este amable lector -que se despide de mí con un franco «Memo, más que memo»-, lo que pidió «España entera» es ir a por ETA sin tanto reparo, tanta deontología y tanta mandanga.
Hacen legión, para estas alturas, los que saben positivamente qué reclamó «España entera». Lo saben incluso con un pasmoso grado de precisión. Francisco Bueno Arús, secretario general técnico del Ministerio de Justicia, afirmó el miércoles que la reducción selectiva de la edad penal de 18 a 16 años también forma parte del lote de lo que exigió «España entera». Cómo envidio su capacidad de exégesis.
Nótese que la práctica totalidad de cuantos saben a ciencia cierta qué trató de expresar en julio «España entera» coinciden en que lo que el pueblo quiere, en suma, es mano dura: leyes más severas, penas más altas, ilegalizaciones, censuras... Debo de ser muy memo, en efecto, porque, si bien seguí con mucha antención las transmisiones televisivas de aquellas manifestaciones, no vi nada de todo eso. Vi a muchísima gente apesadumbrada e indignada por el asesinato. Vi a millones de personas reclamando paz y el cese de la violencia de ETA. Pero no deduje que todos y cada uno de los manifestantes tuvieran la misma idea sobre cómo lograr semejante objetivo. Es más: supuse que las tendrían de muy variadas suertes, y que algunos estarían deseando liarse a tiros sin más tardanza, y otros, todo lo contrario, y otros muchos, sencillamente perplejos y anonadados. Pero se ve que no: hay quienes, más perspicaces, se han apercibido de que «España entera» lo tiene clarísimo. Aunque parezca contradictorio porque, mientras no se demuestre lo contrario, también los que no lo tenemos clarísimo somos parte de «España entera».
Pero los exégetas del programa común antiterrorista de «España entera» no trabajan por amor al arte. Hecho el análisis, pasan a la agitación propagandística. Ya han empezado a señalar con el dedo acusador a los que, con sus remilgos éticos, sus reparos constitucionales, sus deontologías gilipollas y demás mandangas, están -estamos, supongo- dificultando la pronta formación del Frente Unánime que reclaman «todos los españoles».
Quieren unanimidad. Yo no. Desconfío de las unanimidades. Si son mayoría, apliquen sus ideas, pero no acosen las de los demás utilizando su supuesta «España entera» como arma arrojadiza.
Javier Ortiz. El Mundo (9 de agosto de 1997). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de diciembre de 2012.
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