Casi todo el mundo da por hecho que la actividad política y la corrupción son inseparables. Hay quien lo denuncia con gran cabreo; otros lo admiten con resignación; otros incluso lo niegan en público, pero lo reconocen en privado.
Me parece una idea tan errónea como peligrosa.
No la niego porque conozca a ningún político de cuya honradez pueda dar testimonio. Algunos me parecen cabales, pero yo qué sé: no los tengo bajo vigilancia las 24 horas del día.
Si rechazo el tópico es por dos razones.
Primera: porque no hay ni un solo gremio legal que pueda estar integrado en su totalidad por gente ilegal. Los absolutos no existen: éste tampoco. ¡Pero si hasta en los gremios ilegales hay gente legal!
Y segunda: porque, para que todos los políticos fueran unos vendidos, sería imprescindible que alguien los comprara. Lo cual es realmente impensable: el volumen de negocios que hay en España no produce el dinero que haría falta para satisfacer la voracidad de los negociantes -que, no se olvide, es la madre del cordero- y, además, corromper en masa a los políticos.
Ese es, por cierto, un detalle que se desconsidera con frecuencia: no basta con que alguien tenga ganas de venderse; se requiere que otro esté dispuesto a comprarlo. Y el mercado está saturado. Téngase en cuenta que no sólo se venden políticos: también periodistas, y policías, y jueces...
Desengáñense: la oferta supera en mucho a la demanda.
Pero la idea de que los políticos son todos unos corruptos no sólo es errónea, como decía antes, sino también peligrosa. Porque mueve a aceptar la corrupción política -por mucho que se pretenda lo contrario- como si se tratara de un fenómeno natural. El silogismo es de cajón: si la organización social precisa de la existencia de políticos, y si los políticos son necesariamente corruptos, la corrupción es inevitable. Luego para qué combatirla.
En realidad, no hay vínculo alguno que ate indisolublemente a la política con la corrupción. Es el poder -no la política- lo que resulta potencialmente corruptor. Potencialmente: también es falso eso de que el poder corrompe. Sólo corrompe al que se deja. Y, por lo demás, no sólo el poder político sirve de caldo de cultivo para la corrupción: también el bancario, y el periodístico, y el castrense, y el eclesial, y el docente. Todo poder.
No crean ustedes que salgo en defensa de la actividad política porque los políticos me caigan bien. Lo hago sólo porque no veo que sean intrínsecamente peores que el resto de los gremios.
Todos se las traen.
Javier Ortiz. El Mundo (17 de noviembre de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de noviembre de 2010.
Comentarios
Totalmente de acuerdo, Don javier. La política será tan corrupa como corruptos sean los políticos que la practican,
Algo similar se suele decir del dinero:
"El dinero todo lo pudre"
Yo opino que el dinero no pudre nada. El dinero sólo hace que afloren -a veces escandalosamente- las podredumbres que, más o menos veladas, el ser humano lleva dentro.
Escrito por: miren.2010/11/21 13:05:57.416000 GMT+1