Los trapos sucios del viejo BBV algunos ondean al aire. Todavía recuerdo la cara de probo compungido que ponía Emilio Ybarra cuando se comentaban las francachelas financieras de Mario Conde. ¡Qué escándalo, qué baldón para la Sagrada Familia de la Banca! ¡Qué gran disgusto para él, don Bilbao Vizcaya, que no había roto un plato en su vida!
En materia de banqueros, hay que partir de un principio general de base inductiva: su honorabilidad resulta siempre directamente proporcional al espesor de las bambalinas que lo tapan de la vista pública. Dicho de manera más directa: el único modo de que no se les descubra nada irregular es que nadie se lo busque. Por fortuna para ellos, la autoridad competente -es un decir- tiene por norma mirar para otro lado y dejarles hacer.
Pero a veces no. A veces se decide a sacar a la luz algunas de sus trapacerías.
Cuando sucede eso, conviene preguntarse la razón. Porque en España ningún banquero cae en desgracia sin un poderoso motivo que lo justifique.
¿Qué ha hecho Emilio Ybarra? ¿En qué importante camino se ha cruzado? ¿O es tan sólo el chivo expiatorio que el Poder nos ofrece en ritual sacrificio para conseguir el perdón o el olvido de más altos e inconfesables pecados?
Hay quien dice que le quieren castigar por haber pasteleado con ETA contribuyendo a sus arcas. No me lo creo. Muchos otros han inclinado la cerviz para transitar bajo esas mismas horcas caudinas. Y ahí siguen, tan campantes, manda que te manda.
Oigo también que el Gobierno está pasando factura al de Neguri por haberse mantenido fiel a Polanco a la hora de sus apuestas mediáticas. Tampoco me vale gran cosa el argumento: utilitarios como son, los que tienen la sartén del Estado por el mango siempre prefieren tener un rehén de buen ver que enterrar un cadáver imposible de chantajear.
Para mí que conviene mirar hacia horizontes más lejanos.
Se está empezando a levantar la tapa de la olla latinoamericana.Ese hueso sí que tiene mucha carne adherida.
Ha salido a relucir una extraña entente del BBVA con Fujimori y sus secuaces.
Vale, bien. Pero eso es calderilla.
O mucho me equivoco o el verdadero ojo del huracán está en Argentina.
Compruebo que el objetivo que se persigue ahora es que los integrantes del clan de Ybarra dimitan de los puestos de representación que aún conservan en Repsol YPF, en Telefónica y en Iberdrola.
Repsol, Telefónica, la gran Banca... Algo me dice que acabaremos hablando de Argentina. Y de todas las barbaridades que allí se han hecho.
Alguien lo dijo ya en tiempos aplicado a los franceses: «¡Ay, españoles, si supierais...!».
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (9 de abril de 2002) y El Mundo (10 de abril de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de abril de 2017.
Comentar