El resultado de las elecciones al Parlamento de Cataluña tiene aspectos positivos, visto desde mi particular prisma. Me parece bueno el avance espectacular de ERC. También veo con simpatía el creciente peso de IC-EV. Me satisface particularmente que el PP, aunque haya subido -lo que no tiene nada de especial, vistos los medios propagandísticos puestos a su servicio-, se haya convertido en una fuerza insignificante dentro del mapa político catalán (aunque pueda influir notablemente en él desde fuera, como partido gobernante en Madrid). En fin, no es mala cosa, ni mucho menos, que CiU haya perdido lo suficiente como para que no le valgan los 15 escaños del PP para volver a las andadas.
Dicho lo cual, el reparto de fuerzas resultante no me resulta nada tranquilizador.
Veamos los gobiernos posibles a los que podría dar paso.
Un gobierno basado en la alianza PSC-ERC-IC tendría como principales ventajas la de desalojar a CiU de la Administración catalana, que controla desde hace demasiado tiempo, la de dar un sesgo menos derechista a la vida social catalana y la de perjudicar algo (algo, sin más) las expectativas del PP de cara a las próximas elecciones generales. Pero es muy poco probable, porque el proyecto de Maragall ha salido demasiado tocado del envite y porque Ferraz rechazaría de todas todas la alianza con ERC, por miedo a los ataques peperos que le acarrearía.
Un gobierno CiU-ERC es sin duda posible, pero quizá no tan probable como muchos imaginan. CiU sabe que ERC elevaría bastante el listón de sus exigencias. El propio Carod-Rovira citó ayer dos terrenos en los que apretaría las tuercas al máximo: adiós a las corruptelas en la Administración de la Generalitat y adiós al coqueteo con el PP en el Parlamento del Estado. Una CiU sin esas dos características resultaría casi irreconocible. Conozco lo suficiente a los dirigentes de CiU como para verlos mal en el papel que les tocaría hacer. Por decirlo gráficamente, Mas no se parece demasiado a Ibarretxe.
Sólo quedaría, en ese caso, un Gobierno posible: el formado por CiU en alianza con el PSC (sin Maragall, supongo). En un Gobierno como ése, CiU llevaría la voz cantante: el PSC entraría en él con el rabo entre las piernas y, aunque tuviera que cederle parte del pastel de la Generalitat y modular con más sutileza su voto en las Cortes de Madrid, podría seguir más o menos la senda del pujolismo. Doy por hecho que el establishment económico y político español e internacional presionará para que sea ésta la fórmula que finalmente salga adelante.
En mi criterio, ésa es la hipótesis menos deseable para quienes deseamos cambios en Cataluña y en España. Razón por la cual sospecho que tiene bastantes posibilidades de realizarse.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (17 de noviembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de noviembre de 2017.
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