Ya estamos de hoz y coz en la OTAN, y a casi nadie le ha importado gran cosa, a juzgar por las reacciones. Es verdad que el cambio de estatuto apenas se notará: en realidad ya nos habían metido hasta la cocina. (Diré mejor: ya nos habían metido por la cocina, puesto que vamos de pinches.) En la OTAN hay uno que manda casi todo, que es el patrón de allende los mares; otros dos que mandan algo -Gran Bretaña y Francia- porque tienen la bomba, y otro que recibe también su porción de pastel, porque alberga el Bundesbank. Y luego hay un puñado de Estados de medio pelo, como España, que no pintan nada, pero que están porque les sirven fielmente y no chistan.
El debate parlamentario sobre la decisión resultó de una pobreza argumental pasmosa: de creer a los representantes de los partidos mayoritarios, tal se diría que nos proponían formar parte de una ONG entregada en cuerpo y alma a eso que llaman ahora ayuda humanitaria, porque les da reparo llamarlo directamente caridad. A Julio Anguita se le ocurrió apuntar que la OTAN es una alianza militar controlada por una superpotencia no muy altruista, y que es chocante que alguien que se proclama de izquierdas -sutil alusión al PSOE- pueda subirse a ese carro -a ese carro de combate, más en concreto-, y González montó en cólera:
-Que diga el señor Anguita si está de acuerdo o no con la acción de la OTAN en Bosnia. Eso es lo que tiene que decir, y lo demás son tonterías -saltó.
Como si fuera evidente que lo de la OTAN en Bosnia fue genial, ejemplar y maravilloso. Cuando lo cierto es que si William Clinton -dejemos los diminutivos para los amigos- decidió meter sus muy imperiales narices en Bosnia fue porque creyó que eso convenía a la causa de su reelección. Y que los bosnios le importan a la hora de la verdad lo mismo que los hutus, los tutsis, los etíopes y los panameños: un pimiento. Él se mete en los conflictos cuando cree que puede rentabilizarlos, y si luego descubre que ya no, se larga tan campante, y que se maten todo lo que les dé la gana.
¿Qué es la OTAN en estos momentos? No se sabe muy bien. A cambio -algo es algo- se sabe lo que no es. No es, desde luego, una Organización del Atlántico Norte. Tampoco es -ni podría ser, como tratan de vendernos- el embrión de un sistema de defensa de las democracias europeas. Por dos razones. Primera, porque la OTAN no es europea: los EEUU no están en Europa -por lo menos no lo estaban en los lejanos tiempos en que yo estudié geografía-. Y en segundo lugar, porque, teniendo a Turquía como partícipe de pleno derecho, es difícil considerar que esa congregación de anticomunistas frustrados tenga algo que ver con la democracia.
Nos han metido en la OTAN de hoz y coz, ya digo, y no quieren decirnos por qué. Pero revelaré yo su secreto: para defendernos de las terroríficas hordas africanas, que amenazan con invadirnos, armadas hasta los dientes de hambre.
Javier Ortiz. El Mundo (30 de noviembre de 1996). Subido a "Desde Jamaica" el 30 de noviembre de 2010.
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