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2005/10/09 06:00:00 GMT+2

La olla podrida

Según los resultados del sondeo de opinión que hoy ofrece El Mundo, una amplia mayoría de la población española es contraria al proyecto de Estatuto de Autonomía aprobado por el Parlamento de Cataluña.

Supongo que no habrá nadie que pretenda que cuantos se oponen al Estatut lo han leído. Probablemente daría igual que lo hubieran hecho, porque la mayoría carece de los conocimientos necesarios para juzgar con criterio las materias de que se trata. Pero el caso es que, desde luego, no lo han hecho, y que opinan a partir de lo que han oído decir en las radios y en las televisiones con sede en Madrid, cuyo discurso ha sido machaconamente hostil al texto del nuevo Estatuto catalán.

Es un juego perverso, típico de las sociedades mediáticas y mil veces repetido: primero los medios de comunicación trabajan sistemáticamente a la opinión pública para generalizar tal o cual criterio y, una vez que lo han logrado, apelan al estado de opinión mayoritario como demostración de lo bien fundado de su posición inicial.

Me contaron hace años una anécdota muy ilustrativa a este respecto. Esto era en los tiempos en que Aznar, recién llegado a la Moncloa, se planteó la posibilidad de llegar a un acuerdo con ETA para conseguir que abandonara la lucha armada. Preguntaron a un prominente miembro del PP si no temía que, de llegar a establecerse una negociación Gobierno-ETA, la opinión pública española se le echara encima a Aznar tratándolo poco menos que de traidor. El político en cuestión, hombre bastante resabiado, contestó con una sonrisa maliciosa: «El problema no sería la opinión pública, sino los medios. Llegado el caso, tendríamos que trabajarnos a los medios para ponerlos de nuestro lado. Ahí estaría la verdadera dificultad. Si lográramos sortearla, en cosa de nada el 80% de la población española aceptaría la negociación».

Estoy lejos de pretender que la ciudadanía pueda ser inducida a pensar cualquier cosa en todo tiempo y circunstancia. No es así. La conformación mediática de estados de opinión mayoritarios tiene un margen concreto de posibilidades y precisa de determinadas circunstancias. Muchas veces se ha invocado el caso de Euskadi, donde más del 80% de los medios de comunicación sostiene una línea editorial netamente españolista, sin que ello se haya traducido hasta ahora, ni mucho menos, en el predominio de ese tipo de ideas en la mayoría de la población. Pero no hay por qué acudir a Euskadi para encontrar ejemplos de lo mismo. El 14 de diciembre de 1988 se produjo en España la huelga general más secundada de los últimos 50 años, y fue un éxito completo pese a que la práctica totalidad de los medios de comunicación habían hecho lo posible y lo imposible por llevarla al fracaso.

Pero son situaciones y circunstancias excepcionales en las que, por lo que sea, el personal lo tiene muy claro y tanto dan las monsergas con que le vengan.

No es el caso del Estatut. La mala prensa de Cataluña y de los catalanes por tierras de España goza de una tradición aún más larga e intensa que la que nos persigue a los vascos. Cójase esa predisposición cargada de prejuicios -no por ridículos menos efectivos- y añádasele una buena sucesión de mítines en prensa, radio y televisión sobre el crimen que esa gente se dispone a hacer amparándose en un Estatut egoísta y traidor, y ya está la olla podrida preparada para ser llevada a la mesa y servida generosamente a la clientela. Bien caliente, por supuesto.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (9 de octubre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/10/09 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: euskadi euskal_herria apuntes cataluña 2005 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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