Dice la señora que llama a la radio:
-Mire, yo siempre he votado a la derecha (sic). Pero esta vez tengo mis dudas, porque no se sabe si al final el PP va a construir en mi pueblo el hospital que prometió o no.
El hospital del pueblo como medida de todas las cosas. ¿La economía, la política exterior, el medio ambiente, la educación, la construcción europea, la inmigración, las libertades, la organización territorial? Paparruchas. El hospital del pueblo: eso es lo decisivo.
Me pregunto en qué asuntos fijará su atención esta buena mujer a la hora de decidir su voto en las elecciones locales y autonómicas. En la evolución de las relaciones hispano-marroquíes, supongo.
Su intervención me ilustra sobre un fenómeno que tiene para mí no poco de misterioso: el de los indecisos. Siempre me he preguntado cómo, después de haber contado con cuatro años para saber de qué va cada cual, hay tanta gente que llega hasta las vísperas electorales sin tener un criterio formado. Y lo que es todavía más sorprendente: cómo puede haber tantos que dudan, en concreto, entre votar al partido del gobierno o a alguno de la oposición. Es como si estuvieran comiendo verdura día y noche durante cuatro años y al final dudaran de si les gusta la verdura o no. Me da que no se enteran ni de lo que comen.
Me telefonea mi buen amigo Gervasio Guzmán (*). Está abatido.
-La pobreza del discurso de los dos principales candidatos es patética -suspira.
Me cuenta que en un canal de televisión alguien ha planteado a ambos -por separado, claro- la misma pregunta: «Va usted por la calle y se encuentra con Antxon. ¿Qué haría?».
Al parecer, ZP respondió que no le miraría a la cara («¿Y cómo sabría entonces que es Antxon? ¿Esperaría a que se lo dijera algún miembro de su consejo de notables?», apostilla Gervasio, sarcástico).
Pero, por lo que me dice, la respuesta de Rajoy fue aún peor: «Llamaría a la Policía». Aquí Gervasio estalla: «¡O no sabe quién es Antxon o ignora para qué está la policía!». Cualquiera de ambas posibilidades resulta realmente preocupante, sobre todo tratándose de un ex ministro del Interior.
Doy la razón a Gervasio, pero le recuerdo que lo que se dirime en las elecciones que tendrán lugar dentro de ocho días no es cuál de estos dos señores es más listo. Ni siquiera si alguno de los dos es listo. Que de lo que se trata es de fijar, en concreto, qué composición tendrá el Parlamento central durante la próxima legislatura. Y que lo que cada cual debe decidir es si quiere que haya más o menos diputados de este o de aquel partido. Si es que cree que eso puede cambiar algo.
«Y usted, ¿qué voto recomienda?», me pregunta un lector.
¿Y qué importancia podría tener eso?
Le respondo que no tengo el menor interés en dar ningún consejo electoral a alguien que se deja aconsejar a la hora de votar.
(*) El lector -y la lectora- reconocerá en este párrafo no a mi amigo Gervasio Guzmán, sino a mi amigo Marat, crítico de televisión en este rincón de la Red. Me ha parecido que lo que cuenta y argumenta en su crítica de hoy («Zoología televisiva») es tan llamativo -y tan divertido- que merecía ser pirateado para difundirlo por los foros más amplios en los que a veces se reproducen estos comentarios.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (5 de marzo de 2004) y El Mundo (6 de marzo de 2004), salvo la nota, publicada únicamente en los Apuntes. Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 13 de mayo de 2017.
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