Cada año por estas fechas, me sumerjo en la lectura de un texto apasionante: el impreso de la declaración del IRPF. Me fascina. Sobre todo porque no entiendo nada. A su lado, la Fenomenología del Espíritu de Hegel me parece un texto transparente, casi infantil.
Hay un punto de la cosa que me sumerje inevitablemente, año tras año, en las más variopintas reflexiones. Me refiero al epígrafe en el que la Agencia Tributaria nos pide que decidamos si queremos conceder el 0,5239% de nuestros impuestos a la Iglesia católica o a «fines sociales». Este año es aún más enigmático: nos pregunta si queremos dárselo a la Iglesia de Roma, a «fines sociales» o a la una y los otros a la vez. ¿Qué quieren decir con eso: que van a dar la mitad a cada, repartiéndoselo a pechas (y nunca mejor dicho, puesto que las pechas eran impuestos) o que van a pasarle un 0,5239% a la una y otro tanto a los otros? Misterio.
Me añaden perplejidades sin sacarme de las anteriores. ¿Por qué me dejan destinar parte de mis impuestos a la Iglesia católica, pero no a la budista, a la islámica o a la de los adoradores de Aitor, si me da la gana? La Iglesia católica ya saca buena tajada del Estado con su Concordato. Este podría ser un buen momento para que les tocara algo a las otras iglesias, que en España andan a dos velas.
Y luego está lo de los «fines sociales». Teóricamente, fines sociales son todos los incluidos en los Presupuestos. Yo no quiero que se destine a fines sociales el 0,5239% de mis impuestos, sino el cien por cien. Faltaría más.
«Se refieren a las ONG», me aclaran. Pues, si se refieren a las ONG, ¿por qué no lo ponen tal cual? Y, en cualquier caso, ¿de dónde se sacan que yo puedo desear financiar a las ONG, así, en general, como si diera lo mismo ésta que aquélla? Porque lo cierto es que hay alguna ONG a la que daría muy a gusto mis pelas, pero existen otras que son auténticas cuevas de gorrones especializados en vivir del erario con el cuento de que son «no gubernamentales», a las que no prestaría ni una perra gorda con intereses.
Son de broma. ¿Por qué fingen que nos dejan decidir sobre el 0,5239% de nuestros impuestos? ¿No se dan cuenta de que con eso nos están restregando por las narices que hacen lo que se les pone con el 99,4761% restante? Si la mayoría parlamentaria vale para regir el 99,4761%, vale para el 100%. Que se dejen de mandangas.
Estaría de cine que un buen año permitieran al personal decidir a qué conceptos quiere destinar la totalidad de sus impuestos.
Ese año los generales tendrían que pagarse sus tanques y sus avioncitos a escote.
Javier Ortiz. El Mundo (10 de junio de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 20 de junio de 2011.
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