Defiende Eduardo Haro Tecglen que en el grupo Prisa «hay más libertad». ¿Por qué? Lo explica: «Porque a mí me la dan». El puede escribir -y hablar: eso no lo dice, pero lo hace- «con una libertad absoluta». Ya sabe que ese grupo «representa los intereses del capitalismo», pero lo acepta resignadamente: hoy sólo hay capitalismo.
Tres trampas juntas.
En primer lugar, que él pueda expresarse con una «libertad absoluta» en El País o en la Cadena SER -cosa que de todos modos dudo: nunca he visto nada que sea absoluto- no quiere decir nada. A fin de cuentas, él está de acuerdo con la empresa para la que trabaja. Jamás he conocido a un jefe que pusiera trabas a las manifestaciones de adhesión de sus empleados. La libertad de palabra no se comprueba contabilizando las loas, sino los disensos. Como mero ejercicio práctico, estaría bien que Haro hiciera recuento de los artículos contrarios a la Plataprisa publicados en El País.
Segunda trampa: «Hay más libertad... porque a mí me la dan». No hay proporción entre el dato y la conclusión. Que a él le den más libertad sólo demuestra que él tiene más libertad; no que haya más libertad. No cabe saltar tan alegremente de lo particular a lo general sin que sufran las leyes de la lógica.
Una sola persona no vale como muestra para una encuesta. Que el bufón del rey tuviera bula para soltar barbaridades al monarca no puede tomarse como evidencia de la libertad de expresión que había en la Edad Media. Es frecuente que los medios de comunicación ideológicamente más homogéneos -más monolíticos- tengan algunos rebeldes oficiales. Toda fiesta bien que se precie debe incluir algún bohemio. Viste mucho. Pero mejor será que el bohemio no se engañe. A no ser que se adhiera a cualquiera de las muchas variedades del ande yo caliente y ríase la gente.
En fin, la referencia al capitalismo: «Me dicen -escribe Haro- que [Prisa] representa los intereses del capitalismo». No sé quién le dirá eso. Yo, desde luego, no. Prisa representa los intereses de Prisa. Son parte del capitalismo, por supuesto, pero eso es lo de menos. Lo importante no es que Polanco sea capitalista -vaya obviedad-, sino que ha logrado una concentración de medios informativos que supone un peligro para el pluralismo. Y aspira a hacerla aún mayor. Para oponerse a las tendencias monopolitísticas -en lo económico- y al avance del pensamiento único -su corolario ideológico inevitable- no hace falta ser revolucionario. Ni siquiera socialdemócrata. Con ser partidario de la libertad basta. De la libertad de todos, quiero decir. No sólo de la de uno mismo.
Haro, el nuevo San Anselmo: «El Gobierno de derechas no tiene razón», explica, «sobre todo porque es un Gobierno de derechas». Claro. Y Felipe González es de izquierdas porque apoya a Polanco, que deja que Haro escriba con «libertad absoluta». Ergo Dios existe.
Javier Ortiz. El Mundo (12 de febrero de 1997). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de febrero de 2012.
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