En un largo artículo publicado ayer en "Deia ("Somos tan hermanos como Caín y Abel"), el portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados, Iñaki Anasagasti, se ha despachado a gusto con ETA, con HB y con el acuerdo de Lizarra. A Otegi y los suyos los pone de vuelta y media, y afirma que ningún "vasco de bien" tiene nada que hacer con ellos, porque el llamado "Movimiento de Liberación Nacional Vasco" no es sino un Movimiento de Destrucción Nacional. En cuanto al acuerdo de Lizarra, sostiene que es ya un cadáver y que lo mejor que se puede hacer con él es enterrarlo cuanto antes. Esto, escrito por el portavoz parlamentario del partido -y escrito además en un tono iracundo que no deja lugar a dudas en cuanto a su firmeza-, ha caído como una bomba -si se me permite la expresión, quizá no muy conveniente tratándose de Euskadi-, sobre todo teniendo en cuenta que hace pocos días el portavoz del partido, Joseba Egibar, había proclamado que "HB necesita al PNV, y el PNV a HB", porque, según él, son las dos fuerzas políticas que han de servir de eje para la "construcción nacional vasca".
Me leí ayer atentamente el artículo, tratando de encontrar la clave del cambio de posición de Anasagasti. Y al final la encontré. Cuenta que hace unos días, cuando su madre viajaba en autobús con una amiga, un grupo de encapuchados rompió los cristales del vehículo y arrojó dentro un cóctel molotov. Las dos buenas señoras, como el resto de los pasajeros, hubieron de salir a escape. La amiga de la madre de Anasagasti resultó herida levemente, por los cristales, y ambas se llevaron un susto de muerte.
Para mí, está clarísimo que el incidente provocó en don Iñaki un cabreo apocalíptico, y que se dijo: "¡Hasta aquí hemos llegado!".
No trato de ridiculizar su giro. En absoluto. De hecho, a mí me sucedió algo similar el día del atentado de ETA contra el Hipercor de Barcelona. Cuando oí en la radio la noticia de aquella espantosa matanza, recordé con horror que era en ese Hipercor donde mi hija Joana y su madre hacían la compra casi a diario. Salí escopetado con el corazón en un puño buscando un teléfono y no me tranquilicé hasta que hablé con ellas.
Aquel día -así somos los humanos de egoístas- empecé a reflexionar sobre ETA con otro talante. Como Anasagasti.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (14 de agosto de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 18 de febrero de 2017.
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