El Tau de Vitoria ganó el lunes la Copa del Rey de baloncesto. A decir verdad, con todo lo que yo ignoro sobre ese deporte -como sobre tantos otros- se podría escribir un tratado completísimo, pero eché una ojeada al partido, maravillado por lo mucho que corrían aquellos muchachos: iban y venían a escape, como posesos.
En ésas estaba, entre admirado y envidioso, cuando de repente se produjo un tiempo muerto. Los jugadores se juntaron en estrecho conciliábulo con sus respectivos entrenadores. La cámara y el micrófono de la tele se acercaron al grupo de los de Vitoria. Lo que oí me dejó estupefacto: ¡hablaban en inglés! No me lo creía: «¿Y éste es el equipo de Vitoria? ¿Y qué hace Unidad Alavesa, adalid de la lengua castellana, que no pone el grito en el cielo?», exclamé para mí. Pero a Unidad Alavesa no le inquieta el inglés. Sólo el euskara.
Ahora especulan los entendidos con la posibilidad de que el Banco Bilbao Vizcaya realice una fusión importante, rebase al Santander y se convierta en la principal entidad financiera del país. «¿Qué pensaría el Gobierno si el banco más fuerte de España fuera vasco?», oí que le preguntaban el otro día a no sé qué ministro. Me entró la risa.
El presidente del BBV, Emilio Ybarra, dio anteayer respuesta cumplida a la pregunta: «Siempre hemos sido un banco español. Ahora somos ya un gran grupo multinacional». Los jefes del BBV tienen su sede central en Bilbao sólo porque, gente sensata, odian las mudanzas. Y porque hoy en día cada vez importa menos el lugar físico desde el que se manda.
Pero a nadie le parece mal que el BBV diga que ya no es español, sino multinacional. Lo que no le tolerarían en absoluto es que se proclamara vasco.
Es curioso cómo hay gentes capaces de sentir una prevención constante hacia los nacionalismos periféricos y, a la vez, una perfecta indiferencia hacia el predominio creciente de las multinacionales. ¿Que en un barrio de Barcelona hay dificultades para estudiar en castellano? Montan el pollo. Pero existen urbanizaciones enteras de la Costa del Sol en las que hasta las reuniones de la comunidad de propietarios se hacen en inglés. Si no hablas guiri, vete a vivir a otra parte. Pero nadie protesta. Bueno, sí: yo. Pero como si nada.
El otro día, en una tienda de comestibles de Madrid, vi a una anciana rechazar una margarina porque era de marca vasca. «Yo no doy dinero a malos españoles», dijo la mujer muy seria. Y cogió una margarina... francesa. Porque, como es bien sabido, los franceses son magníficos españoles.
Qué gente. Me fascina.
Javier Ortiz. El Mundo (3 de febrero de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de febrero de 2012.
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