Según el ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, apelar a la situación general de los inmigrantes para analizar la tragedia sucedida el miércoles en Lorca resulta «mezquino en lo personal y demagógico en lo político».
Se lo escuché decir anteayer en Murcia pero, según tomaba nota de ello, llegué a la conclusión de que había oído mal. No podía ser.
Ayer lo leí en los periódicos, negro sobre blanco. Me tuve que rendir a la evidencia: lo dijo.
¿«Mezquino en lo personal»? ¡Pero hombre, por Dios! Lo mezquino es pretender que la opinión pública se tome ese horror como una mera fatalidad. Todos los familiares y amigos de los fallecidos han manifestado un deseo unánime: que su muerte no sea vana; que sirva para que las autoridades españolas tomen conciencia de la realidad en la que viven y trabajan los muchos miles de ecuatorianos que viven en Murcia. ¿Es mezquina esa reivindicación?
«... Y demagógico en lo político», añade el ministro de Fomento.
¿Ah, sí? Veamos.
Primero: tenemos una furgoneta con capacidad máxima para ocho personas en la que viajaban 14. Según sabemos ahora, el vehículo en cuestión hacía ese mismo recorrido seis veces al día. Siempre cargado hasta los topes. Y como él, decenas de otros, todos de tamaño reducido. Incluso coches. ¿Por qué? Por la misma razón por la que circulan a través de pequeñas carreteras y por caminos rurales: para no atraer la atención de la Guardia Civil. Porque son trabajadores sin papeles y sus empleadores quieren evitar que su feo negocio quede al descubierto.
Todo indica que el sobrepeso de la furgoneta fue clave en el accidente. Se quedó clavada en la vía.
¿No hay ninguna consecuencia general que extraer de esos datos?
Segundo elemento: en la furgoneta viajaban tres menores, que acudían a trabajar al campo con los adultos. La niña de 13 años que ha sobrevivido ha explicado sus razones particulares: iba a recoger brécoles porque su madre se ha roto una pierna y la familia no puede permitirse prescindir de esa fuente de ingresos. Si la madre hubiera estado inscrita en la Seguridad Social, se encontraría en situación de baja laboral, cobrando un sueldo. Y si los empleadores ilegales de Murcia no pagaran la miseria que pagan por kilo recogido -porque ni siquiera contratan a tanto la jornada: es al peso de lo recolectado-, los padres no tendrían por qué llevar a sus hijos menores a deslomarse con ellos.
En Murcia hay unos 22.000 ecuatorianos, de los cuales sólo 6.000 tienen sus papeles en regla.
Así están las cosas, señor ministro. ¿Cree usted que decirlo es demagogia? Se equivoca. Ahí no hay más demagogia que la que viene dada por los hechos mismos.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (6 de enero de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de enero de 2013.
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