Recuerdo el poema de Bertolt Brecht: "Los de arriba se han reunido. / Hombre de la calle: abandona toda esperanza".
Centenar y medio de presidentes, jefes de Gobierno y reyes se han juntado en las Naciones Unidas. Han llamado a eso La Cumbre del Milenio. Ya son ganas de poner nombres pomposos a sus garbeos en común.
Dice Kofi Annan que la Cumbre debe servir para que todos se pongan de acuerdo para reducir a la mitad la pobreza en el mundo en el plazo de 15 años, lograr la educación universal, reforzar la paz y combatir conjuntamente contra el sida.
Me niego a creer que un hombre inteligente, como él, crea que el hambre, el analfabetismo, las guerras y la pandemia del sida han nacido y se han desarrollado por fallos de coordinación internacional, y no por el desigual reparto de la riqueza. Y tampoco puedo creerme que espere realmente que las cosas vayan a cambiar, ni en 15 ni en 20 años, porque se firme una declaración más o menos bienintencionada... o más o menos hipócrita.
Sí me creo, a cambio, que haya convocado esta Cumbre para recuperar algo de su propio maltrecho prestigio, que corre parejo al de la institución de la que es secretario general. Pero incluso eso lo tiene difícil. No bien empezó la Cumbre, allí se presentó William J. Clinton, cual si él fuera el verdadero anfitrión del acto, y, haciendo como si los demás no supiéramos que los EUA son el Estado más moroso de todos los que forman parte de la ONU, y haciendo como si los demás no supiéramos que se ha pasado la autoridad de la ONU por el arco del triunfo cada vez que le ha dado la gana, y haciendo como si los demás no supiéramos que su embajador ha utilizado abusivamente su derecho de veto cada vez que le ha dado la gana, se pone a ejercer de presidente universal y nos cuenta que la solución de todos los remedios está... en la globalización, basada en los principios del neoliberalismo.
Yo no soy economista, pero tengo ojos para leer. Y leo las estadísticas que indican que la distancia entre los países ricos y los países pobres no ha dejado de acrecentarse desde que los principios del neoliberalismo rigen la economía mundial. Y veo que esa tendencia no sólo no disminuye, sino que se acentúa.
Así que mucho me temo que esta Cumbre vaya a suponer para los desheredados de la tierra lo que decía la copla que le ocurre al hombre que se enamora de la mujer de teatro: "Es como el que tiene hambre / y le dan bicarbonato".
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (7 de septiembre de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 7 de marzo de 2017.
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