Escribí ayer: «Me contaron anoche que un portavoz de Batasuna -o como quiera que se presentara- había intervenido ante los medios de comunicación tras el atentado de Sangüesa para "contextualizar" el hecho, "inscribiéndolo" dentro del "contencioso Estado-Euskal Herria" y recordando que pocas horas antes el Parlamento de Madrid había tomado tales y cuales medidas contra "el colectivo de presos vascos". He rastreado los periódicos vascos y no he encontrado ninguna referencia a las declaraciones en cuestión.»
Horas después de haber escrito eso, salí a la calle y compré la prensa. Figuraba la noticia. Y la realidad era mucho peor que lo que había entendido -mal- cuando me la contaron: quienes habían hecho esas declaraciones no eran de Batasuna, sino de AuB. Eran dos representantes de la misma AuB que antes de las elecciones había dado a conocer un decálogo de principios en el que afirmaba que «no resulta suficiente contextualizar los atentados o las vulneraciones de los derechos». Un decálogo que algunos nos tomamos en serio y que presentamos como esperanzadora muestra del distanciamiento de AuB con relación a las peores tradiciones doctrinales de HB-EH-Batasuna.
¡Qué peligro tiene querer que algo suceda! Muchos deseábamos que AuB fuera otra cosa, que se dejara de todas esas mandangas de la contextualización y que tuviera el coraje de poner en su sitio a quienes recurren al crimen en plan salvapatrias, cuando las patrias -en la medida en que existen- o se salvan solas o no hay dios que las salve.
Queríamos que esa reflexión fuera verdad, dijeron que era lo que pensaban... y les creímos.
Me molesta -claro que me molesta: cómo no- que se burlen de mí. Pero eso es lo de menos. Lo principal es que esta gente ha vuelto a frustrar una esperanza. La enésima esperanza.
No sé si serán conscientes de que hasta las personas más voluntariosas acaban hartándose.
Es más: ni siquiera sé si les importa.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (1 de junio de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de junio de 2017.
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