Esta mañana he estado examinando durante un buen rato el comportamiento de una fila de hormigas. Más que nada para ver cómo exterminarlas.
Acabada mi observación, puedo decir que La Fontaine o no tenía ni idea de lo que hablaba o era un perfecto reaccionario. Las hormigas son de un gregarismo feroz. Y de una laboriosidad enfermiza.
¡Proponer el comportamiento de esos bichos como ejemplo para los humanos!
Nada más alejado de mi intención que preferir el ejemplo de las cigarras, que cantan fatal y hacen un ruido espantoso. Pero ¿qué necesidad hay de imitar a los animales?
Anoto en mi cuaderno de tareas pendientes: «Escribir algo contra las fábulas».
Javier Ortiz. Apuntes del natural (4 de septiembre de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de julio de 2017.
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