Interesante reportaje de Victoria Prego en El Mundo sobre la anunciada salida de Fernando Almansa de la Casa del Rey. Es obvio que ha contado con fuentes de primera mano. Yo, desde que anunciaron que el relevo de Almansa no tenía nada que ver con el affaire Eva Sannum, me dije: «O sea, que ésa es la clave». Pero una cosa es intuirlo y otra aportar todos los detalles.
El reportaje está salpicado de mentiras piadosas, destinadas tanto a satisfacer a quien(es) le ha(n) dado los datos del episodio como a dejar en claro que la autora no quiere hacer daño alguno a la Corona. Hay falsedades muy diversas: desde las históricas (atribuye a Juan Carlos Borbón el regreso a España de la Monarquía, olvidándose de un cierto general y de sus «previsiones sucesorias») hasta las recientes (afirma que los jefes de la Casa Real siempre han servido los designios del monarca, cuando yo sé de cierto que alguno le ha puesto zancadillas deliberadamente, así fuera por su propio bien: para evitar que se excediera en sus aventuras amorosas y que se rodeara de demasiados crápulas).
Pero no se trata tanto de analizar el reportaje, en tanto que tal, sino de tener en cuenta la información que proporciona. Y lo que nos deja ver, todo lo púdicamente que se quiera, es que en La Zarzuela hay un ambientazo que para qué te cuento. El episodio del hipotético noviazgo del heredero con la modelo lo ha puesto de manifiesto a base de bien. Ahí han estado todos contra todos y, en particular, el rey contra el príncipe, cuyos designios amorosos ha boicoteado (sin duda que por su propio bien, para respetar la tradición).
Pero lo que resulta más sorprendente de la historia es el convencimiento, compartido por casi todos sus protagonistas, de que, de haberse llevado a cabo la boda de marras, todo el tinglado de la Monarquía podría haberse ido al garete, poniendo en peligro la estabilidad del propio Estado. Ese criterio, por lo visto, lo compartían el rey, el presidente del Gobierno, los ex presidentes Suárez y Calvo Sotelo... y la tira de notables más, excepción hecha de Felipe González. Al parecer, éste tuvo un encuentro privado con el príncipe para hacerle llegar su apoyo y su simpatía, imagino que pensando en el día de mañana.
A mí, esos temores apocalípticos me parecen una exageración como la copa de un pino. ¿Que la institución perdería parte de su falso empaque, fabricado con toneladas de halagos babosos y aún más autocensuras informativas? Probablemente. Pero, de ahí a hundirse como un castillo de naipes hay un buen trecho. O exageran o es que saben más de sus propias debilidades de lo que sé yo.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (10 de febrero de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 2 de marzo de 2017.
Comentar