Hice ayer de comentarista de las elecciones madrileñas para Radio Euskadi. Estuve pegado al micrófono, desde la línea RDSI que tengo en casa (*), desde las 20:30 hasta las 11:00. Compartí la tarea con Salva Cardús, que estaba en Barcelona, y con Xosé Luis Barreiro, en A Coruña. Anoche fue bastante más entretenido que el 25 de mayo pasado, que nos quedamos sin materia comentable a la primera de cambio y, para más inri, el otro comentarista se nos puso malo y me dejó los seis toros para mí solo.
Lo más singular de la noche fue el largo viaje de ida y vuelta que nos vimos obligados a realizar en función de los datos que se iban conociendo. Empezamos con un par de encuestas a pie de urna, una de Gallup y otra de Sigma Dos, que venían a dar casi lo mismo. Prefijaron ambas con buen tino el resultado definitivo, pero durante parte de la noche (de 21:30 a 22:30, aproximadamente) pareció que habían patinado en lo esencial. Porque a las 21:30, con los primeros resultados sobre votos reales -un tercio del total, más o menos-, el centro de datos de la Comunidad de Madrid realizó una asignación de escaños que daba amplia mayoría al PSOE: 52, por 49 el PP y 10 IU. Lo cual nos obligó a dar la vuelta completa a todos los comentarios que habíamos estado haciendo hasta entonces sobre la base de las encuestas de Gallup y Sigma Dos. (De natural pesimista -es decir, realista-, avisé desde el principio que esa primera entrega informativa podía no reflejar la realidad de lo ocurrido, porque todo dependía de los colegios electorales que estuvieran comunicando con más rapidez los resultados. Se me contestó que hoy en día, como todo está ya muy informatizado, los resultados van llegando con homogeneidad, con lo no puede producirse la discriminación de origen que yo apuntaba.)
Conectado directamente vía Internet con el centro de datos de la Comunidad de Ruiz Gallardón, pude ir tomando notas de la evolución de los acontecimientos y, en particular, de la recuperación -en teoría imposible en este mundo de ahora, tan informatizado, etc., etc.- que iba experimentando el voto pepero. Recuperación de tal magnitud que llegó finalmente a dar la vuelta a los resultados para ponerse al nivel predicho por las encuestas.
Se produjo lo que, como bien se me había respondido cuando avancé la hipótesis del recuento dosificado, es «técnicamente imposible». Porque, aunque en teoría se estaba haciendo un recuento sobre resultados indiscriminados, la ventaja de votos del PP sobre el PSOE fue siguiendo una progresión lineal. Tomé nota de 10 resultados, que arrojaron las diferencias siguientes: 1º) 56.297 votos más el PP que el PSOE; 2º) 73.301 votos más; 3º) 85.093 votos más; 4º) 106.329; 5º) 132.205; 6º) 153.120; 7º) 169.176; 8º) 211.565; 9º) 230.000 -este dato lo redondeé, dando la cosa ya por hecha-, y 10º y definitivo, 261.158.
Esto indica, lisa y llanamente, que los datos fueron haciéndose públicos siguiendo una cadencia preestablecida. Según pudimos saber, cuando el recuento de los votos del sur industrial de Madrid estaba ya prácticamente concluido, había bastantes distritos del centro y del norte de la capital -de composición social más propicia a la derecha- que todavía estaban a un tercio del total.
Dos preguntas. Primera: ¿quién se hallaba a cargo de la recogida y la información pública de los datos? Respuesta: Carlos Mayor Oreja. Segunda: ¿qué sentido podía tener esa comedia de ida y vuelta? Respuesta: propiciar el ridículo del adversario, animándole a festejar una victoria que luego se le va arrebatando poco a poco, trasmitiendo así a la opinión pública una sensación de invencibilidad del propio bando. Se añade con ello al triunfo matemático una dosis suplementaria de victoria psicológica que multiplica el efecto primarias de las urnas madrileñas, convirtiendo este resultado en una especie de prefiguración de las próximas elecciones generales.
Eso fue lo único digno de mención. Todo lo demás, según lo previsto.
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(*) La conexión telefónica RDSI permite una transmisión de voz de muy alta calidad, lo que hace que la audiencia ni siquiera se dé cuenta de que quien habla no está en el estudio de la radio. Dado el escaso tamaño y peso del aparato, su uso es muy frecuente, por ejemplo, en las transmisiones deportivas. Es también un sistema cómodo, porque el usuario oye y habla gracias a unos auriculares que llevan el micrófono incorporado, lo que deja las manos libres para manejar papeles y tomar notas. Requiere una línea aparte y cableado telefónico específico.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (27 de octubre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 27 de octubre de 2017.
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