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2001/01/17 06:00:00 GMT+1

La beligerancia periodística

El presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, obligó ayer a dimitir al director de Telemadrid, Silvio González.

Ruiz Gallardón acusó a González de haber permitido la emisión de un espacio informativo sobre Euskadi al que le faltó «beligerancia y compromiso».

La decisión lo retrata.

No me detendré en su cobarde recurso a la técnica del «obligar a dimitir», típica de los responsables que no se atreven a asumir el coste político de sus decisiones. Más importante me parece la idea que el presidente de la CAM demuestra tener tanto de las relaciones que deben existir entre los gobernantes y los medios de comunicación públicos como de la labor de la Prensa, en general.

Un medio de comunicación público no es -no debería ser- un coto privado del Ejecutivo de turno. Si Gallardón tiene quejas sobre lo que el medio hace o deja de hacer, preséntelas ante su Consejo de Administración, o formúlelas por vía parlamentaria. Enarbolarlas directamente, manu militari, dedicándose a cortar cabezas por su cuenta, denota que tiene un peligroso talante intervencionista y una inaceptable concepción patrimonialista de los medios públicos.

Pero todavía más grave es su exigencia imperiosa de «beligerancia» a los periodistas.

La Prensa está -vuelvo a la precisión: debería estar- para contar lo que ocurre en los conflictos, no para participar en ellos. A título personal, cada periodista es muy libre de tomar partido, pero, cuando informa de una realidad, ha de proporcionar todos los ángulos de enfoque relevantes que haya, incluidos los que le disgustan. En la técnica de la información periodística, no hay lugar para la beligerancia. Pura y simplemente: está de más.

Pone Gallardón como ejemplo de lo inaceptable del reportaje de Telemadrid que recogía hasta seis intervenciones de Arnaldo Otegi, por cuatro sólo de Carlos Iturgaiz. Dejando a un lado que Iturgaiz siempre dice lo mismo, a menudo incluso con las mismas palabras, no puede desconsiderarse el hecho de que sus criterios son sobradamente conocidos por los espectadores de Telemadrid, que lo oyen no menos de tres veces por día. En cambio, pocos de ellos habían tenido ocasión de escuchar los puntos de vista de Arnaldo Otegi. Considerados el uno y el otro desde el punto de vista del interés periodístico y en un medio específicamente madrileño, no hay color.

Por lo demás, no tiene nada de malo dejar que Otegi hable y escuchar lo que dice. Ningún demócrata de verdad aspira a ganar apoyo social para sus posiciones silenciando las del contrario. En principio, nada hay que refuerce más el peso de la razón que su contraste con la sinrazón.

El gesto de prepotencia de Ruiz Gallardón es, en realidad, una muestra de debilidad.

No sólo, desde luego. Probablemente es también un intento de reconciliarse con el Gobierno, ahora que ya ha comprobado que enfrentarse con Aznar no va a ayudarle a satisfacer sus ambiciones políticas.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (17 de enero de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de abril de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/01/17 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: periodismo diario 2001 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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