Me habían avisado de las dificultades que tiene entrevistar a Arnaldo Otegi. Como buen político que es –y nadie vea en ese calificativo ni un ápice de alabanza–, el portavoz de HB está preparado para dar respuesta airosa –es decir, evasiva– a las preguntas más antipáticas, que en su caso se refieren casi invariablemente a ETA, la lucha armada, la kale borroka, etcétera. En la entrevista del pasado viernes, transmitida por Radio Euskadi y ETB, traté de sonsacarle algo novedoso sobre el particular, pero sin mayor éxito. Las agencias rebotaron las respuestas que dio a un par de preguntas mías al respecto, pero la verdad es que no sé por qué. No dijo nada de interés.
Lo que me pareció más interesante de todo su discurso fue algo que surgió casi de pasada y sin yo pretenderlo. Estaba Otegi quejándose de que el acuerdo electoral entre el PNV y EA pasa sobre el derecho de autodeterminación como de puntillas y añadió: «Además, hacen trampa, porque hablan del derecho de autodeterminación de “la sociedad vasca”, y no del pueblo vasco».
Salté de inmediato: «¿Y cuál es la diferencia?», le pregunté.
«En la sociedad francesa, por ejemplo» –me contestó, por sobre poco más o menos–, «hay argelinos, hay serbios, hay polacos... Forman parte de la sociedad francesa, pero no del pueblo francés».
Otegi se explicó. HB tiene, según él, criterios muy amplios sobre la nacionalidad. Mucho más amplios que los que maneja el Estado español, incluso. En concreto –precisó–, HB expresa su disposición a considerar vasco a «todo aquel que viva y trabaje en Euskadi y demuestre su voluntad de ser vasco».
No pude animarle a profundizar en el asunto, porque aquello era una entrevista a Arnaldo Otegi y no un debate entre Arnaldo Otegi y Javier Ortiz, pero es obvio que el meollo del asunto está en ese punto: en la importancia capital que HB confiere a la necesidad de que el ciudadano que vive en Euskadi «demuestre su voluntad de ser vasco», como condición previa para que se le conceda el derecho a formar parte del «pueblo vasco» (y, en consecuencia, a votar sobre su futuro nacional).
Para mí, el asunto es de una simpleza apabullante: debería tener derecho de voto toda aquella persona mayor de edad que pudiera demostrar que reside en Euskadi desde antes de la convocatoria de la votación (elemental precaución ésta que convendría tomar para que Mayor Oreja no pudiera inscribir como electores, por ejemplo, a todos los votantes del PP de la provincia de Madrid).
Pero a Otegi eso no le basta. Exige que quien aspire a ejercer como elector vasco demuestre su voluntad de ser vasco.
Lo cual plantea dos problemas. Uno, conceptual: habría que definir qué es «ser vasco». Y otro, operativo: el aspirante a vasco tendría que demostrar ante alguien esa voluntad que se le exige. Es decir, tendría que constituirse una especie de Tribunal de Nacionalidad que decidiera si el aspirante reúne los requisitos. Requisitos que sólo podrían ser ideológicos, evidentemente, puesto que ya ha quedado previamente establecido que el único requisito objetivo es la residencia.
Lo que propone HB, en consecuencia, es un derecho de autodeterminación limitado a aquellos ciudadanos y ciudadanas que hayan pasado un examen previo que demuestre que están de acuerdo con su idea de la vasquidad. (Lo cual, dicho sea de paso, haría superflua la votación posterior. Es como si en las elecciones generales sólo se permitiera votar a quienes demuestren previamente que están de acuerdo con «la idea de España» de Aznar. El PP ganaría por goleada, evidentemente.)
Conclusión elemental que extraigo: cuando HB reivindica el derecho de autodeterminación, habla de algo que no tiene nada que ver con el derecho de autodeterminación que yo he defendido a lo largo de toda mi vida adulta. Item más: habla de algo que –como el propio Otegi reconoció, según he contado antes– tampoco coincide con el derecho de autodeterminación que reivindican el PNV y EA.
Bueno, esto último sí que es una novedad: ¿quién decía que el PNV y EA no compartían con HB los medios, pero sí los fines? A lo que parece, ni los medios, ni los fines, ni nada.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (2 de abril de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de abril de 2010.
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