Si José Luis Rodríguez Zapatero no fuera como es -si fuera realmente socialista, quiero decir-, se preguntaría por qué los propagandistas del orden establecido le dirigen tantos piropos.
En cierta ocasión en que el fundador de la socialdemocracia alemana, Augusto Bebel, se vio en situación pareja, se preguntó, con muy buen sentido: «Ah, viejo Bebel, ¿qué tontería habrás hecho, para que esta gente te alabe?». Pero Rodríguez Zapatero no está para esos trotes. A él, los aplausos de la gente de orden no sólo no le incomodan, sino que los disfruta.
Rodríguez Zapatero ha dicho que el PSOE no tiene que plantearse ningún giro a la izquierda, porque a su izquierda sólo hay «cosas antiguas». También ha afirmado que su partido no debe «mirar hacia la izquierda» sino «ir hacia adelante».
Rodríguez Zapatero da por sobreentendida la identidad entre lo nuevo y lo bueno. De ahí su aversión (pretendida) por las «cosas antiguas».
Paradojas de la vida: él sí que es un antiguo. Porque lo suyo no es sino una pobre repetición tardía del ideario del progresismo ingenuo del siglo XIX, que ningún crítico medianamente serio de la evolución de la realidad de la pasada centuria se atrevería a suscribir. ¿Lo nuevo, bueno per se? Valiente memez. El SIDA es muy nuevo. La radiactividad, novísima. Las vacas locas, de lo más in que te puedes echar al coleto. Toma progreso.
Hay dos géneros de gente a los que nos incomoda la división izquierda/derecha.
Uno es el de quienes no vemos qué interés puede tener una etiqueta -la de la presunta izquierda- que pretende meter en el mismo saco, sin ir más lejos, a Lasa y Zabala y a quienes ordenaron su tortura, asesinato y enterramiento en cal viva.
Otro es el de quienes creen que ponerse a distinguir entre los adalides de los explotadores y los defensores de los explotados es una cosa como muy antigua.
Yo me cuento entre los primeros. Rodríguez Zapatero, por lo que veo, entre los segundos.
Dice el secretario general del PSOE que España descubrió la vía fetén del progresismo hace años, de la mano de Felipe González. Y tuvo la desenvoltura de decirlo anteayer, el mismo día que una juez achacaba al secretario de finanzas del partido de ese mismo González hasta siete delitos de financiación ilegal.
Supongo que el Zapatero este será consciente de que, si la gente de orden aplaude sus palabras, no es precisamente en homenaje a su lucidez, sino en reconocimiento a su inofensividad: a su promesa de que hará cuanto esté en su mano para buscar la manera de que la alternativa a lo que hay sea seguir prácticamente en lo mismo.
Javier Ortiz. El Mundo (4 de julio de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 13 de julio de 2012.
Comentarios
Escrito por: .2012/07/13 11:03:57.027000 GMT+2
Escrito por: Nreba.2012/07/13 15:14:57.127000 GMT+2