Vino a verme anoche mi buen amigo Gervasio Guzmán.
-Y tú, si pudieras votar en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, ¿qué harías?
Gervasio tiene la costumbre un tanto irritante de hacer como que te formula preguntas cuando lo que en realidad quiere es disertar sobre lo que opina él. Para Gervasio Guzmán, el tema de conversación más apasionante que puede existir en el mundo es Gervasio Guzmán. Fue muy celebrado hace años en nuestra pandilla por la pregunta que le hizo a una bella moza, a la que le soltó con una sonrisa que pretendía ser cautivadora: «Pero hablemos de ti: ¿qué opinas de mi?»
-Yo, desde luego -se respondió sin darme siquiera tiempo de abrir la boca-, votaría a Kerry. Con los ojos cerrados.
Prosiguió sin concederse ni siquiera tiempo para respirar:
-Ya, ya sé que Kerry no es gran cosa, y que nada asegura que no vaya a hacer una política muy parecida a la de Bush, sobre todo en los principales conflictos del mundo, incluido el de Israel... Pero siempre existe la posibilidad de que se muestre menos belicoso. En cualquier caso, lo que no podría es hacerlo peor que Bush.
Dicho lo cual, realizó una pausa de las llamadas «valorativas».
Aproveché la ocasión.
-No lo afirmes tan rotundo, Gervasio. Ya sabes lo que decía Antonio Machado, que no hay en este mundo nada que resulte absolutamente imposible de empeorar.
Se lo dejé caer más que nada para tocarle las narices.
De hecho, la principal duda que me asalta en las elecciones presidenciales estadounidenses es siempre la misma: ¿con qué margen de libertad real cuentan los candidatos? ¿En qué medida las enormes maquinarias de selección y preparación que se ponen en marcha para convertirlos en aspirantes a la Presidencia no los transforman en individuos sin personalidad, sin derecho a tener criterios propios, sometidos en todo -hasta en el último elemento de la vestimenta, hasta en el gesto con el que toman del brazo a su mujer o pasan la mano amorosamente por la mejilla de sus hijas- a los dictados de la mercadotecnia política?
-Gervasio -dije al final-. Creo que tu pregunta tiene trampa.
-¿Por qué? -se extrañó.
-Porque haces como que tratas de averiguar qué haríamos tú y yo si pudiéramos votar en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Pero, para que nosotros pudiéramos votar, tendríamos que ser ciudadanos de EE.UU. Y si lo fuéramos, todo el resto de nuestras opciones estarían condicionadas por ese hecho. Lo que en el fondo estás preguntando es qué haríamos los hijos de la vieja Europa si retomáramos el control de los territorios del Nuevo Mundo.
-¿Y qué haríamos, según tú? -me replicó Gervasio, sonriente.
No se me ocurrió ninguna respuesta que no fuera típica de un hijo de la vieja Europa.
-Pues el ridículo, supongo. Como siempre.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (22 de octubre de 2004) y El Mundo (23 de octubre de 2004). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 17 de julio de 2017.
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