«De hecho, quienes tuvieron oportunidad de escucharle [a Carod-Rovira] a esas horas [primeras de la crisis] afirman que "no se sabía en realidad como valoraba él el asunto. Es como si no tuviera todavía conciencia de la barbaridad que había cometido"», cuenta hoy Victoria Prego en El Mundo.
Imagino cómo debía de sentirse Carod-Rovira en aquellos momentos. Estaba viviendo una escena kafkiana, dicho sea en el más literal de los sentidos. Al igual que José K, el protagonista de El proceso, de Franz Kafka, se veía asediado y tratado como un perfecto criminal por algo cuya terrible gravedad él no veía por parte alguna.
En más de un momento del desarrollo de esta crisis he sentido esa misma sensación. Vale que Carod debería haber informado a Maragall de la cita que ETA le había fijado, y que hizo muy mal en ocultárselo. Vale que debería haber pedido la aprobación del president, renunciando al encuentro en el caso de no recibirla. Vale que fue de una ingenuidad pasmosa -preocupantemente pasmosa, incluso- al imaginar que nadie se enteraría de lo sucedido. Vale que pudo dejarse llevar por una peligrosa mezcla de ambición y petulancia, creyendo que tal vez obtendría algo de ETA y que, de ser así, podría capitalizarlo en beneficio propio y exclusivo de su partido. Vale todo eso. Pero seguimos en las mismas: son errores; no crímenes.
Algunas de las acusaciones que han lanzado sobre Carod son de un surrealismo verdaderamente feroz. ¿Visteis a Josep Piqué dando voces, argumentando que el conseller en cap podía haber sido detenido por la Policía francesa, lo cual sería una gran humillación para la Generalitat catalana? ¿Había olvidado que la Policía suiza también hubiera podido detener a los enviados de Aznar, personal de alto rango de la Presidencia del Gobierno español, cuando se entrevistaron con ETA en las mismas condiciones, es decir, en un lugar fijado por la propia ETA? Porque lo de Argel se llevó a cabo con el Gobierno argelino como anfitrión, pero lo de Zurich fue un encuentro a la Carod, y a nadie se le ocurrió poner esa objeción ridícula.
Seguimos en las mismas que estábamos al comienzo de la crisis. Continúan argumentando que no se puede hablar con ETA, porque eso es todo un crimen (y un insulto a las víctimas, y no sé cuántas cosas más). Y, mientras la acusación fundamental contra Carod sea ésa, seremos muchos los que respondamos que en primer lugar el reproche es estúpido, porque no hay ningún principio democrático que prohíba hablar con el enemigo y, en segundo lugar, que carecen de legitimidad para lanzar esa acusación quienes hicieron tres cuartos de lo mismo cuando les pareció conveniente.
Dicen que Rodríguez Zapatero amenazó a Maragall con presentar candidaturas del PSOE en Cataluña -candidaturas separadas de las del PSC, se entiende- si no se avenía a sus exigencias. ¿Y con quién pensaba contar para integrar las listas? ¿Con los seguidores de Vidal-Quadras?
Cada vez estoy más convencido de que Zapatero es un espía del PP, que ha sido captado para la causa por Rodríguez Ibarra, que no es espía del PP, sino del PP, directamente.
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Nota de régimen interno.- Ignoro qué narices le ha pasado al contador de visitas de Nedstat, pero está claro que se ha escacharrado por completo. A partir del día 28 ha dejado de contabilizar las visitas que recibe esta página. Y contar con un contador que no cuenta es, según ya dije a propósito de otro contrasentido similar, como perder un imperdible. De momento he tapado el agujero echando mano del contador del que disponen los amigos de Nodo 50, que alojan esta web. Pero ese contador no contabiliza las visitas a pelo, sino que establece medias. Bueno, yo creo que de momento está bien. Si encuentro algo más parecido a lo que había antes, lo meteré.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (1 de febrero de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de mayo de 2017.
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