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2005/09/14 06:00:00 GMT+2

Justicia y política

Un maestro que tuve en las artes periodísticas -en las buenas y en las malas- me reprochaba mis muchos escrúpulos éticos. «¿Te preocupa no tener contrastados todos los puntos de la información que vas a publicar?», me decía con sonrisa condescendiente. Y me impartía la lección adecuada al caso: «¡No seas tan remilgado! Una información es como un disparo de cañón: lo que importa es que hayas apuntado en la dirección correcta. Si cae algo de metralla donde no debería, ¡qué se le va a hacer!».

No consiguió acabar con mis remilgos. Sigo enfadándome conmigo mismo cuando constato que no soy tan riguroso como reclamo a los demás que lo sean. Por ejemplo: ayer di por hecho que, si el juez Grande Marlasca llamaba a declarar a Rafa Díez Usabiaga como imputado, es que se dispone a procesarlo. Pero no tiene por qué ser así. Un juez puede convocar a alguien para que declare como testigo o como imputado. En principio, convocarlo en tanto que posible imputado le acarrea problemas (de imagen pública, sin ir más lejos), pero también le proporciona ciertas garantías (puede hacerse asistir de un letrado de su elección, por ejemplo).

En todo caso, no es lo mismo, y mi apunte de ayer pudo inducir a error. Me disculpo por ello. (*)

Del resto de lo que escribí no me desdigo en nada. Insisto: la actuación de ese magistrado -y del conjunto de la Audiencia Nacional- es un perfecto escándalo. Me reitero muy particularmente en un argumento al que, por más que reconsidero, no veo vuelta de hoja: si el juez entiende que hablar de constituir una candidatura puede ser delito, ¿por qué no hace nada contra quienes figuraron de hecho en esa candidatura?

Los integrantes de las más altas instancias de la Justicia española son fuente inagotable de sorpresas. Se equivocan incluso cuando aciertan. Ayer, el fiscal general, Cándido Conde-Pumpido, afirmó en su discurso de inauguración del año judicial que ve próximo el fin de ETA. Si hiciera esa apreciación tomándose un blanco y charlando con sus amiguetes en la barra de un bar, no le objetaría nada. De hecho, me parece un pronóstico razonable. Pero ¿a cuento de qué se mete en esos dibujos cuando ejerce de fiscal general? ¿Quién le manda? Que se deje de prospecciones políticas más o menos aventuradas y se dedique a fiscalizar, que es lo suyo.

Dicho sea en general: ¿por qué toda esta tropa no deja la política para los políticos, que ya son más que numerosos, y se dedica a ejercer de lo suyo, que es para lo que cobra?

(*) A cambio, de lo que no me arrepiento es de haber escrito que la Audiencia Nacional está en la calle Génova de Madrid, cosa que algunos lectores me han reprochado. El edificio de la Audiencia está en la calle Génova. Vaya que sí. Otra cosa es que se entre en sus dependencias por otras calles, según se ingrese a pie o en furgón.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (14 de septiembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 3 de agosto de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/09/14 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: apuntes 2005 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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