Parece que las ONG no dan abasto en la vecindad de Kosovo. Sus responsables declaran con desaliento que no pueden atender debidamente a tanto refugiado.
Es una pena, pero tampoco tienen por qué sentirse culpables. En realidad, no es su responsabilidad. Que yo sepa, las ONG no han declarado ninguna guerra a nadie.
Cada cual debe hacerse responsable de las consecuencias de sus actos. La OTAN ha iniciado la guerra: que la OTAN asuma los problemas que se derivan de su decisión. ¿O tal vez los estrategas de la Alianza Atlántica no previeron que podía producirse una situación como ésta? Prefiero no imaginar esa posibilidad: sería un problema mayúsculo que asuntos de tanta trascendencia estuvieran en manos de personas tan rematadamente incompetentes.
¿O será tal vez que los responsables de la OTAN, y los gobiernos que los apoyan, creen que es un asunto de división de trabajo: que ellos están para bombardear -y eso lo pagan a escote, sin pedir ayuda a nadie-, pero la cosa de socorrer a las víctimas debe depender de la caridad general?
Ayer, el presidente del Gobierno español, José María Aznar, pidió apoyo a las comunidades autónomas, a las entidades locales, a todas las organizaciones sociales y al conjunto de la ciudadanía española para hacer frente a la tragedia que encarnan los cientos de miles de refugiados albano-kosovares. No consultó a nadie antes de dar su visto bueno a la guerra, pero descarga sobre las espaldas de todos la responsabilidad de remediar los desastres que su decisión ha ayudado a precipitar.
Porque el balance de lo sucedido -espero que provisional- no tiene vuelta de hoja: los bombardeos atlantistas han proporcionado al locodiós de Milosevic -y a sus seguidores locodioses, que en su país son muchos, si es que no mayoría- el escenario ideal para rematar la obra de la limpieza étnica serbia. Le han empujado a acogerse a la vieja bandera de todos los suicidas fanáticos: de perdidos, al río.
Ahora se le llama ayuda humanitaria. Pero sólo por el moderno vicio de rebautizar con nombres pomposos cuanto se pone por delante. Es caridad, pura y simple.
No tengo nada contra la caridad como acto individual.
En tiempos la reprobaba. Ya no: hay veces que, si no existe ninguna posibilidad de dar una solución global a un problema, está bien echar una mano para tapar una vía de agua concreta. SOS Racismo. Algeciras Acoge. Es buena gente.
Lo que me parece una broma de mal gusto es que los estados occidentales, que están forrados de dinero -de nuestro dinero, obtenido vía impuestos- hayan decidido que no es cosa suya remediar los problemas sociales que ellos mismos crean. Que de eso debe encargarse la caridad pública, en forma de organizaciones no gubernamentales.
Que actúe primero la justicia. A cargo del erario: del mismo que paga las bombas. Y, sólo después, que acuda y tape agujeros la eterna y biempensante caridad.
Javier Ortiz. El Mundo (6 de abril de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 6 de abril de 2012.
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