Somos injustos. Ustedes verían el artículo de Pedro J. Ramírez del pasado domingo. Era -literatura e ironías al margen- una amarga queja. Venía a decir que el verdadero beneficiario de toda nuestra labor de denuncia de los desastres del Gobierno, de cinco años para aquí, ha sido Jordi Pujol. Y, en cierto sentido, no le falta razón: cada zurriagazo que le hemos atizado al felipismo en el centro de la cresta -que si Filesa, que si Renfe, que si Palomino, que si CESID- ha permitido a CiU dar más y más vueltas a la llave inglesa con la que ha venido abrazando la tuerca del Gobierno central. Le ha permitido subir cada vez un poco más -o un mucho más- la cotización de su apoyo.
Pero, si eso es verdad, no menos cierto es que nosotros también hemos salido ganando con la jarana que se ha montado.
Seamos realistas. Supongamos -así sea sólo por un momento- que el felipismo no hubiera sido el felipismo, sino el Gobierno del PSOE, y que hubiera gobernado mejor o peor, pero con buena voluntad, sin contratar asesinos para acabar con ETA en un plispás y sin promocionar a individuos empeñados en hacerse ricos en aún menos tiempo. ¿Qué habría sido de nosotros? El cazador no es nada si no hay presas que cazar, del mismo modo que la Iglesia necesita de los pecadores (¿a qué se dedicaría, si no fuera por ellos?). Tal cual, si no hubiera corruptos, El Mundo sería una perfecta caca sin apenas interés: un papelucho que valdría para enterarse de las previsiones del tiempo, de los números de la Bonoloto y de la capacidad de algunos columnistas para soltarse sin parar el mismo rollo pareciendo -a veces- que es diferente.
Nos hacen falta los corruptos. O mejor dicho: nos hacen falta los corruptos aferrados al Poder.
Pero, llegados a este decisivo punto, debemos ser sinceros con nosotros mismos y preguntarnos con franqueza: ¿cómo hubieran podido los políticos felipistas corruptos -perdonen ustedes por el pleonasmo- aferrarse al Poder, si Pujol no los hubiera sostenido?
Ergo Pujol nos es imprescindible.
No me cabe la menor duda de que el día de mañana, si se instala en La Moncloa el Gobierno de otro partido -pongamos que sea el PP-, el surtido de escándalos será también abundante, de modo que los profesionales de la denuncia seguiremos teniendo no poca tarea entre manos. Y doy igualmente por hecho que, llegado el caso, Jordi Pujol apoyará eso que suele llamar «la gobernabilidad». Es decir, que sustentará a los chanchullistas, si pagan lo bastante.
Pero es ciento volando. De momento, me quedo con el pájaro en mano. O sea, con González.
No le abandones, Jordi. Que siga haciendo de las suyas. Que con las cosas de comer no se juega.
Javier Ortiz. El Mundo (5 de julio de 1995). Subido a "Desde Jamaica" el 7 de julio de 2012.
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